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Daniele Gatti: 'Tener un don no es suficiente para dirigir bien'

Daniele Gatti, maestro titular de la Royal Philharmonic Orchestra, está considerado como uno de los mejores directores de orquesta de su generación. Dicen que posee un talento dramático innato. Pero él sabe que sin esfuerzo no hubiese llegado a nada. 'Tener un don no es suficiente. Tienes que trabajar constantemente para mejorar tu técnica. Nadie nace con ella, se va aprendiendo', dijo ayer en San Sebastián, horas antes de dirigir el Réquiem de Verdi en el Kursaal. Junto a él, sobre el escenario, el Orfeón Donostiarra y el conjunto sinfónico inglés reivindicaron la obra del compositor italiano en el centenario de su muerte.

El concierto, en el que participaron cuatro consolidados solistas verdianos -la soprano Fiorenza Cedolins, la mezzo Carolyn Sebron, el tenor Marcus Haddock y el bajo Roberto Scandiuzzi- había superado todas las expectativas de la Quincena Musical nada más anunciarse. Las entradas se agotaron a las pocas horas de ponerse a la venta. Entre otras cosas, aseguran, por la presencia del maestro italiano. Su carrera ha sido brillante y precoz. Debutó en la dirección a los 27 años con L'occasione fa il ladro, de Rossini, en un templo de la música: la Scala de Milán, su ciudad natal. Después, de forma natural, comenzó a conducir las mejores orquestas del mundo: la Sinfónica de Londres, la Filarmónica de Berlín, las de Filadelfia, Chicago, Nueva York... Y desde 1996 es titular de la Royal Philarmonic Orchestra.

'Nací con brazos naturales que considero un regalo', reconoció ayer. 'He tenido la suerte de dirigir a las mejores orquestas del mundo desde muy joven, pero eso es como conducir un Fórmula uno; en ocasiones fácil y en otras más difícil'. No dejó lugar a dudas de cuál es la parte positiva de instalarse en la cima: 'Trabajas con músicos excelentes'. Pero como contrapartida está la exigencia de las grandes orquestas: 'Con ellas hay que estar muy pendiente y matizarles todo'.

Gatti no se considera un director de grandes gestos. Pero asegura haber aprendido durante estos años a cambiar de piel y adaptarse. 'Las orquestas tienen distintas formas de tocar. Con las inglesas no hay necesidad de hacer mucha gimnasia', bromeó. 'En cambio, a las alemanas o italianas, hay que llevarlas'.

'El trabajo de un genio'

El director italiano lleva dos años abonado a la Quincena Musical donostiarra. El año pasado dirigió las sinfonías sexta y novena de Mahler y ayer se enfrentó al primer Réquiem verdiano, de los tres que tiene previstos para este año; primero en Flandes y después en Londres. 'Siempre hay un sentimiento indescriptible cuando interpretamos esta pieza. La crítica dice que es más una ópera que un réquiem. Para mí es el trabajo de un genio de acercarse más a Dios', señaló. Junto a él estaba el director del Orfeón Donostiarra, José Antonio Sáinz Alfaro, con quien se extendió en mutuos halagos.

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