Liga globalizada
Fiel a su cita, comiéndole cada vez más terreno al verano, vuelve la Liga. Desde una mirada estrictamente futbolística, el campeonato español aparece cargado de salud. Las últimas experiencias animan a observarlo con optimismo. Goza de buena reputación, es competitivo y es reconocible por un estilo atractivo. Tan atractivo que consigue atrapar a un jugador del tamaño de Zidane, considerado como el mejor del mundo, simplemente por las ganas de probar 'la libertad del fútbol español', además de un enorme sueldo, aunque dinero era precisamente lo que no le faltaba al francés en Italia.
Portar la bandera de la libertad habla bien del fútbol español, como también su peso evidente en Europa, refrendado por su presencia masiva en las finales continentales de los últimos años. Lo que no está tan claro es que los clubes españoles puedan soportar su actual nivel de vida. O no todos. Comienzan a darse cuenta. Soñaron con ingentes ingresos del pay per view en televisión, pero se ha demostrado que el oro limitado que hay detrás va a parar siempre a las mismas manos. Lejos de igualar, los nuevos matices del fútbol han reforzado la idea de que existen el Real Madrid y el Barcelona, y luego, a gran distancia, los demás. Sólo venden los poderosos. El verano ha confirmado que los clubes lo saben: 50.000 millones de pesetas en fichajes, 25.000 menos que el año pasado, y más de la mitad de esa inversión ha corrido por cuenta del Madrid y del Barcelona.
La televisión manda. Manda en lo económico. Exprime al límite a los actores, acorta su caducidad y obliga a renovarlos: el Madrid necesita ofrecer cada año un nuevo Zidane, el Barça, contestar con un Saviola diferente. Y manda también en lo sentimental. Pone a los equipos, también a los extranjeros, en el mismo salón de la casa, y obliga a los aficionados a abrirles hueco en su cajón de preferencias. Un hincha ya no lo es sólo del equipo de su ciudad. Lo es un poco también del Deportivo, del Liverpool en Inglaterra, del Lazio en Italia, del Boca en Argentina, etc. La globalización también ha alcanzado al fútbol.
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