'NO ME VEO DE ESTRELLA DEL POP'

Nicole Kidman augura para Ewan McGregor un futuro prometedor como estrella de rock y Baz Luhrmann le considera el 'Frank Sinatra' del siglo XXI. Pero el actor escocés no piensa desviarse de la ruta hacia el olimpo cinematográfico que emprendió, siete años atrás, con Shallow Grave y la superpopular Trainspotting. Con 30 años, una hija y otra en camino, desea incluso aminorar la marcha. No siempre lo consigue. Acaba de rodar Black Hawk Down con Ridley Scott en Marruecos y antes retomó su papel en La guerra de las galaxias y resucitó a Orfeo en Moulin Rouge, de próximo estreno en España.

En el exótico musical del australiano Lurhman, McGregor conquista con su voz el corazón de Kidman, la diva estelar del cabaret parisiense a finales del XIX. Juntos interpretan versiones de Your song, de Elton John; Children of the revolution, de T-Rex, o, entre muchas otras, Heroes, de Bowie. Es una progresión natural para un artista que imitó a Elvis Presley en la serie de televisión Lipstick on your collar, tocó el trombón en Brassed off, y ofreció rancias versiones de Iggy Pop en Velvet Goldmine. 'Siempre he sido muy musical', dice en Londres.

'No comparto los valores que otros preservan ni comprendo que un pene pueda sorprender a nadie, ni voy a dejar de hacer cosas por miedo a alarmar a los demás'

Pregunta. ¿Ayudará Moulin Rouge a recuperar el gancho popular que antaño tenían los musicales cinematográficos?

Respuesta. ¡Ojalá! Moulin Rouge es una delicia. No imagino mejor regalo para una audiencia. Sales feliz del cine. La historia tiene muchas capas en torno a la batalla de Christian, mi personaje, por defender la integridad, el idealismo, el amor y el arte frente al desagradable duque que controla el dinero. Pero el meollo se centra en una preciosa historia de amor. El amor es la base y así se indica al principio de la película.

P. Nicole Kidman ha dicho que debería lanzarse al rock and roll y el director le describe como el 'Frank Sinatra' del momento. ¿Cree que exageran?

R. Han dicho cosas muy bonitas, pero yo simplemente disfruté grabando las canciones. Es un proceso realmente fantástico. Muy parecido a la interpretación en tanto que cuentas una historia, pero es alucinante de cuántas formas puedes contarla moldeando una canción. Me sentí muchísimo más expresivo, a gusto, satisfecho. Con las canciones creas algo que puedes escuchar inmediatamente sin tener que esperar un año a ver los resultados. Para entonces ya te has olvidado de la historia y, por eso, las grabaciones musicales son muy gratificantes.

P. ¿Le gustaría seguir la ruta pop o rockera?

R. Voy a seguir grabando con Marius DeVries, el director musical de Moulin Rouge. Me fascina la idea y, quizá, sacaremos un disco cuando tengamos un grupo de temas. Compuse algunas canciones hace unos años y es posible que grabe una de ellas o escriba otras nuevas. No sé. De momento, nos encerraremos un par de semanas en el estudio y ya veremos qué pasa.

P. ¿Descubriremos su nombre en las listas de grandes éxitos?

R. No, nunca. Bueno, no debería decir nunca, pero no me veo como estrella del pop. Yo soy un actor y mi trabajo consiste en pretender ser otra persona, no en interpretarme a mí mismo. Aporto aspectos de mi personalidad constantemente en cada papel, lo cual es muy distinto a presentarme en vivo en un escenario. Me muero de miedo cada vez que alguien me pide que hable en público. No creo que llegue a ser estrella del pop, pero me gustaría grabar unas cuantas canciones y dejar que la gente las escuche.

P. De miembro en una banda instrumental en Brassed off, a los temas de Iggy Pop en Velvet Goldmine o a una versión de Orfeo en Moulin Rouge. ¿De dónde le viene esta afición por la música?

R. Siempre he sido muy musical. Mi padre tocaba la batería en bandas célticas y yo cantaba en los coros del colegio y aprendí a tocar la trompa. Siempre estaba rodeado de música y, de pequeño, pretendía ser Elvis Presley. Más adelante tuve sueños eróticos con Madonna. ¡Seguro que no era el único!

P. ¿Le preocupa que critiquen su interpretación en temas musicales?

R. No suelo leer las críticas. Me da igual lo que digan. En Velvet Goldmine interpreté a un lunático, totalmente drogado, que berreaba temas de rock and roll. No tenía que cantar como en Moulin Rouge, donde cada nota debe sonar absolutamente correcta porque la historia evoluciona con las canciones.

P. ¿Fue Trainspotting un golpe de suerte que le abrió las puertas de Hollywood?

R. He tenido suerte, por supuesto, pero no sé hasta qué punto ha influido la buena fortuna en mi carrera. Soy muy decidido y lanzado y en ningún momento pensé que esto no funcionaría. Ni se me pasó por la imaginación. Siempre he tenido una resolución absoluta. Me vuelco por completo en mi trabajo y, cuando hago una película, no hay nada que me distraiga. Es duro, pero soy muy apasionado y espero que también bueno. La fama se asienta en el trabajo de cada uno.

P. Se está ganando una reputación de aficionado a los desnudos.

R. Sí, hay bastantes en mis películas, pero siempre válidos. Me he contenido últimamente, pero mi próximo filme, The young Adam, que comienzo a rodar en Escocia dentro de unas semanas, es una historia muy erótica, cargada de sexo en un estilo opresivo y oscuro. Interpreto a un tipo que no se adhiere a una ética social.

P. ¿Le gusta romper tabúes?

R. No me interesan los tabúes ni me aparto de mi camino para romperlos. No comparto los valores que otros preservan ni comprendo que un pene pueda sorprender a nadie. Tampoco voy a dejar de hacer cosas por miedo a alarmar a los demás. La gente se relaciona sexualmente y el cine debe retratar la vida en todas sus manifestaciones. La censura es pura basura.

P. ¿Ha relajado el ritmo de trabajo o es una impresión falsa?

R. Lo intento, porque tengo una hija de cinco años y espero otra que nacerá en octubre. Ahora hago menos películas, pero cada rodaje se alarga tres veces más que al principio de mi carrera. Sigo ocupado todo el tiempo, pero al menos ya no salgo de copas. He madurado. He tardado un poco, pero por fin lo he conseguido.