EMILIO LLEDÓ EXPLORA LA OBRA DE NIETZSCHE, EL FILÓSOFO DE LA VIDA

En el comedor de gala del palacio de la Magdalena hay 45 bombillas en tres lámparas de madera y en los apliques de la pared. También hay cuatro ventanales inmensos por donde entra luz limpia y estos días, además, un foco: el de la sabiduría compartida de Emilio Lledó, pensador, profesor de Historia de la Filosofía y desgranador de alto alcance del filósofo más influyente de la modernidad, Friedrich Nietzsche. Esta semana, el autor de Más allá del bien y del mal sirve de coartada al maestro para dar un curso sobre la vida, la verdad, la felicidad y el tiempo ante 150 alumnos que rodean la inmensa mesa del comedor. Ayer uno de los que se sentó a tomar apuntes dilgentemente fue Jorge Semprún.

'Nietzsche es el filósofo de la vida', define Lledó, 'y también del azar y la melancolía'. Su clase es la más concurrida de todo el verano en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP), de Santander. Los 150 matriculados se sientan donde pueden, en las esquinas, llegan media hora antes para estar cerca del maestro, le muestran libros pintarrajeados, con errores de traducción subrayados, que él corrige y pasan de la risa al llanto sin solución de continuidad.

Por las mañanas, Lledó habla tres horas. Se lo ha preparado a fondo. Empieza a las diez y termina a la una, él solo. Por las tardes, los alumnos participan. Tiene 73 años, el pelo blanco, los ojos verdes, nunca pierde el rumbo y relaciona a Nietzsche con todo, desde los clásicos griegos a las nuevas tecnologías. Bromea y da consejos incendiarios. 'Muchos pensarán que sois unos privilegiados por estar aquí, algunos tendréis remordimientos de conciencia porque os sentiríais más útiles en otra parte, es cierto, pero si renunciamos a aprender, nos han ganado la batalla', les azuza quien aprendió Filosofía en Alemania, en plena posguerra, un país donde ha pasado 15 años de su vida.

El maestro baña de filosofía los objetos. Así todos entienden mejor la vida de tiempos pasados. 'Yo de filosofía clásica no sé', dice el autor de La memoria del logos, El epicureísmo, La ética en Aristóteles, 'yo sé de ánforas'. Y explica que en las ánforas estaba la vida, el trigo, el agua, en su decoración con escenas de amor y guerra. 'Quien más ánforas tenía, mejor vivía'.

Se detiene en los detalles y enmarca los grandes temas que van conformando a Nietzsche. Repasa la historia de la verdad. 'Surge de dos mundos, el poder de la naturaleza y el del lenguaje, el compromiso, la palabra'. De ahí parte el filósofo alemán para inventar una nueva ética, una moral en contra de la civilización hipócrita. 'Es un profeta también, por eso yo tenía reparos contra él'. Pero los ha vencido y quiere ahondar en el filósofo. '73 años son muchos y tengo que aprovechar el tiempo. Quiero escribir un libro distinto sobre Nietzsche y otro sobre el lenguaje y la afectividad', confiesa.

Quizá por eso, por la premura de quien ha entrado en una vejez lúcida y enérgica, habla del tiempo en sus clases. Y deriva en él después de hablar de Homero y La Odisea, de Ulises, que se permite la chulería de rechazar la inmortalidad. 'Pero es que el hombre es eso, capacidad de elección, ésa es la base de la libertad que proclamaba Aristóteles, y para ejercerla necesita la posibilidad, y eso está en el mundo, en un mundo abierto. Y para aprovechar esas posibilidades, ¿qué se necesita? Tiempo'.

Y educación. También Lledó, autor de Memoria de la ética, reivindica batallas que se niega a perder en sus clases. 'La educación es la base para ejercer la libertad, nuestras posibilidades, sin ella seríamos piedras amorfas', dice. 'El gran compromiso de la educación es la libertad'. Y ese compromiso lo echa de menos en los políticos. 'Los griegos hablaban de la amistad y decían que al amigo se le debe dar todo y desear todo menos que sean dioses, porque eso sería colocarlos en el más allá. Yo tampoco les desearía que fueran políticos, porque les hablas de los problemas cotidianos y están en otro mundo', reflexiona.

Pero defiende la lealtad, la grandeza, la nobleza de la política. 'Platón y Aristóteles ya la enmarcaban en un ideal. La corrupción existía también entonces y lo denunciaban estos clásicos, tan arcaicos para algunos'. Predicaban el sacrificio de vivir para los demás y no ostentar propiedades... El tiempo, la política, la amistad, la felicidad, la inmortalidad, la vida, la muerte, el arte, los objetos, el ideal, la verdad, la hipocresía, la lucha, el inconformismo, Nietzsche, pasado, presente y futuro. En el magisterio de Emilio Lledó todo se convierte en pasión.