Los ladridos de la discordia
Los vecinos y la Junta Municipal de Chamberí se enfrentan por la supresión del área para perros de la plaza de Olavide
Lo que más atormenta a los vecinos de la plaza de Olavide, en el distrito de Chamberí, es que de la noche a la mañana ese lugar se haya convertido en una especie de perrera al aire libre. Si hace dos años los residentes en la zona desataron una batalla contra el Ayuntamiento por las reformas que hizo en la plaza, la protesta vecinal ahora se centra en conseguir que la Junta Municipal suprima el área canina. Pero la cruzada no se plantea nada fácil.
Tan lejos han llegado los vecinos de la plaza, que el pasado 17 de julio un grupo de ellos presentó una denuncia en la comisaría de Chamberí contra el concejal de ese distrito, Luis Asúa; el alcalde de Madrid, José María Álvarez del Manzano, y el concejal de Limpieza, Alberto López Viejo. En su escrito, los vecinos aseguran que hace dos años, y con el respaldo de mil firmas de habitantes del sector, habían solicitado al Ayuntamiento que en la reforma de la plaza no se incluyera la instalación de esa área, pues a ella acuden gran cantidad de perros que, a su paso, dejan una huella de materias fecales, mal olor y descontento general. Los ruegos de los vecinos, entonces, no fueron escuchados y, tal como estaba previsto, la Junta Municipal de Chamberí autorizó la ubicación de esta zona, a un lado de la plaza.
Pulgas y garrapatas
Esa decisión se convirtió, desde aquel momento, en la peor pesadilla de los vecinos que viven más próximos a Olavide: 'Aquí hemos presenciado peleas entre perros y hasta entre los dueños de estos animales. Además, en verano rompen la tranquilidad de muchas casas con sus ladridos y representan un peligro para los niños que juegan en la plaza', dice Felipe Domingo, portavoz de la asociación vecinal que promovió la denuncia.
En la demanda los vecinos afirman que la situación en la plaza, por cuenta de los visitantes caninos, 'ha degenerado hasta límites insoportables y de una gravedad extrema'. Y aseguran, además, que el área está llena de excrementos (una rápida visita a la plaza da fe de ello), así como de pulgas, garrapatas y moscas; las señales de los orines se aprecian en todos los elementos y jardineras cercanas, y los olores, sobre todo en las terrazas cercanas, son muy fuertes y 'desagradables'.
'Los perros molestan mucho, sobre todo en el verano. Y lo peor es que desde que se reformó la plaza, hace dos años, no han cambiado la arena', se queja Juan José Varona, uno de los vecinos que viven más cercanos a la plaza. 'Cuando se dieron cuenta de que estábamos moviendo lo de la denuncia, vino un camión cisterna a limpiar, pero lo que hizo fue poner más arena encima de la que ya hay', agrega Felipe Domingo.
'A la gente que viene a las terrazas ya le está resultando insoportable aguantar tantos malos olores. Además, a veces los perros se salen de la zona y se meten entre los clientes', declara el propietario de un bar muy cercano al área canina.
'Y ya no se trata sólo de los perros, sino de la plaza en general. Todos los árboles se han muerto y no hay sombra por ninguna parte', declara otra vecina.
La plaza de Olavide ha generado tal resistencia vecinal que tan sólo cinco meses después de su inauguración, tras la reforma que culminó en mayo de 1999, el Ayuntamiento anunció una nueva remodelación ante el descontento general de los vecinos. Éstos se quejaban de que sus propuestas no fueron tenidas en cuenta (como la supresión del área canina) y que, estéticamente, el lugar era 'muy feo'.
Para que la historia no se volviera a repetir, el actual concejal del distrito, Luis Asúa, que asumió su cargo en julio de 1999 cuando ya se había hecho la reforma de la plaza, promovió un concurso de ideas para renovar el polémico espacio vecinal de Chamberí. La asociación, de la cual es portavoz Felipe Domingo, ganó el concurso con un diseño en el que, entre otras cosas, proponía la construcción de una fuente en medio del lugar, así como el traslado de las escaleras que conducen al aparcamiento que hay debajo y, claro, la eliminación de la zona canina. El fallo del evento se dio a conocer en octubre del pasado año.
Según Felipe Domingo, el objetivo del concurso era que en la futura remodelación primaran las ideas del proyecto ganador. Pero, asegura, no ha sido así. 'La fuente que pedimos no se va a instalar y no se tendrán en cuenta nuestras ideas porque finalmente el proyecto que primará será el de un técnico del Ayuntamiento', asegura.
En la plaza están todavía las pancartas que anuncian la próxima reforma de Olavide, aunque todavía allí no se ha movido una sola piedra. 'Las obras empezarán en enero del próximo año y finalizarán en primavera. La inversión será de 116 millones de pesetas', anunció el concejal de distrito, Luis Asúa.
Para Asúa, esta zona no debería existir, pero, dice, 'en todas partes hay áreas caninas'. El concejal reconoce que la plaza de Olavide 'ha sido un intento fallido' y que, por ello, se va a remodelar. Pero no adelanta si va o no a atender las protestas vecinales: 'La ciudad necesita este tipo de zonas. Y la verdad es que ahora no estamos debatiendo si se va a dejar o no porque hay cosas más importantes. Además, ¿dónde está la ley que impide que un señor saque a pasear a su perro a las seis de la mañana? Yo prefiero que los perros jueguen en un área acotada a que lo hagan en el lugar de los niños y de la gente', dice.
El concejal reconoce, eso sí, que la instalación de la fuente que pidieron los vecinos en su proyecto difícilmente será posible porque la empresa concesionaria del aparcamiento no va a quitar las escaleras que se hallan en medio de la plaza. Asúa niega, en cambio, que la Junta no tome las medidas de limpieza necesarias para mantener una zona destinada para perros, y asegura que 'cada dos o tres meses se renueva la arena tanto de la zona de los niños como de la zona de los perros'. 'La última se hizo el pasado 10 de julio', añade.
La plaza de Olavide es, en palabras del propio concejal de distrito, un 'sitio estacional'; es decir, un lugar que los residentes en el barrio sólo pueden utilizar en otoño y primavera, pues su uso se hace 'imposible' en verano e invierno. 'Es durísima' en esas estaciones, insiste el concejal. Por ello, Asúa promete que en esta ocasión se utilizarán especies arbóreas que den cobijo a los paseantes.
Eso lo saben los residentes en el sector, para quienes la sombra es como un sueño imposible. De hecho, a la presencia de perros, con todo lo que ello significa, se suma además un paisaje poco acogedor en el que destacan árboles ahora convertidos en varas raquíticas a punto de morir.
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