BASURA DE VERANO
Sale Aznar en el telediario. Qué raro. Habla de la inflación. Sin corbata, aún parece más de derechas. Dice lo que ya decía su abuelo: suba o baje la inflación, España va bien. En agosto la televisión todavía estupidiza más. Sobre todo esos reportajes dedicados a informar sobre los cursos de verano, con esos turistas del conocimiento, ponentes de guayabera blanca que parecen cónsules de Panamá a sueldo del Pentágono. O de la CNN. En El Escorial, un economista suizo dice que el futuro será global o no será. Si hubiera tenido el zapato de Jruschov a mano, se lo habría lanzado a mi televisor. En el fondo, la economía liberal es como un concurso de televisión. Sale el Fondo Monetario Internacional, hace unas preguntas y, si pueden, los países pobres responden. Al que más respuestas acierta, le condonan la deuda. Condonar, menudo verbo. Franco lo habría prohibido. También esos programas en los que salen chistosos y chicas en biquini representando a las comunidades autónomas. Por eso los miro: porque, de tan infectos, resultan hasta subversivos. Algunos chistosos son los mismos de cuando vivía el dictador: fascistones. Más calvos y más gordos, pero fascistones al fin y al cabo. También abunda la información rosa, ese color que parece gustarle a todo el mundo: supuestos famosos perseguidos por micrófonos, como en un encierro de San Fermín. El Nuevo Periodismo: morir con la alcachofa puesta, acosado por una pandilla de becarios. Millán Astray estaría satisfecho. Podría presentar un concurso y titularlo Muera la inteligencia. Con azafatas y mucho público. Aplausos subvencionados con bocadillos y la sopa boba catódica del primer plano previamente pactado para que lo puedan grabar en casa. El vídeo, más que doméstico, domesticado. Entre tanta piscina, fiestas mundanas y hazañas de monárquicos de papel couché, de vez en cuando, una escueta y molesta noticia sobre unos inmigrantes muertos en el Estrecho. Un breve, le llaman. En periodismo, lo grave, si breve, dos veces grave. Entre la moto acuática y la patera, el Nuevo Orden Audiovisual ha elegido la moto acuática, que les sale más rentable. Hay que saber perder, dice un futbolista que probablemente cobrará lo mismo que por ganar. Se equivoca. Sé, por experiencia, que bastante duro es perder para, además, tener que resignarse. No pasarán, digo. Y tiro el mando a distancia a la basura.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.