Una playa sin terral
Ese viento básicamente agosteño que asola con frecuencia los días, y las noches, de Málaga deja prácticamente de notarse a poco que se pase la playa de La Araña y el Peñón del Cuervo y entre uno en la playa de La Cala del Moral. Las playas del este de Málaga, las del tranvía Alameda-Carmen-Palo, eran las de los Baños del Carmen, las de piedras y chinorros de Pedregalejo y Las Acacias, y finalmente las de los pescadores de El Palo. A partir de aquí ya era la aventura. Y en esa aventura el objetivo más querido por mí era La Cala. En su playa ya dejaba de notarse la influencia gris de la fábrica de cemento, la brisa siempre alejaba los agobios del terral y su relativo encajonamiento entre la desembocadura del Totalán y el acantilado de El Cantal mantenían una playa de arena fiel (siempre chinorrillos en el rebalaje), de calmas de plato y de olas largas.
Lo del tren y la cochinita es otro cantar. Sólo quedan como recuerdo las antiguas estaciones. Pero hasta finales de los sesenta funcionó con regularidad el tren negro (el clásico de carbón y vapor) y la cochinita de gasoil. El mejor era el tren negro. Su menor velocidad casi permitía que cada uno pudiera elegir su parada. Así solía llegar yo a la playa de La Cala.
El trabajo me alejó de aquí algunos años. Cuando, mediados los ochenta, busqué un lugar para pasar los restantes años de mi vida, casi como por casualidad recuperé La Cala. Le faltaban el tren y la cochinita, y le sobraba algún que otro edificio que rompía el equilibrio del barrio de pescadores. Pero, por lo demás, seguía prácticamente igual, y yo pude recuperar mi recuerdo de los copos de madrugada, las nadadas en mar plato y el chorrar de las olas. Después, han pasado muchas cosas. Tenemos paseo marítimo. Hemos dejado de tener las casas mata de la carretera, que las han cambiado por más bloques. Nos han regenerado la playa, con espigones, sumergidos y no, y con acopios de arena-polvo que va y viene al son de un mar que los ingenieros de costas no han controlado y además parecen haber desquiciado.
Pero sigue siendo La Cala. En invierno lugareña y tranquila. En verano menos tranquila, pero también lugareña, con el cine de verano y los veraneantes de casi siempre. Ya no es una aventura para nadie llegar, pero si en Málaga hace terral, cuando pasas el Totalán y te adentras en la playa de La Cala, desaparece.
Eduardo Martín Toval (Málaga, 1942) fue portavoz del PSOE.
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