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Columna
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Condoms

Eugeni d'Ors comenta que el Robinson es el más universal de los libros, pero Defoe el menos universal de los escritores. Y algo parecido pienso que le ha ocurrido al doctor Condom, médico de Carlos II de Inglaterra. Porque así como Robinson parece un libro de un autor anónimo, y como mucho Daniel Defoe un personaje de esa novela, algo semejante ocurre con el universal artilugio del higienista inglés Condom. Nadie lo creería el inventor del, así llamado, preservativo. Dioscórides, en su obra médica, tan sólo recomendaba como método anticonceptivo el uso de la resina del enebro oxicedro ('Si se unta el miembro viril con él, antes del acto venéreo, lo hace inepto para engendrar'). Y el médico Andrés Laguna proponía el extracto de la raíz del nenúfar blanco mezclado con vino: 'bebida muy a menudo, en poco tiempo vuelve cabizbajo y sin brío aquel miembro que honestamente no se puede nombrar'. Ignoramos qué entendía Laguna con el muy 'a menudo', así como con el 'poco tiempo', pero lo cierto es que el uso de la raíz del nenúfar se extendió por Francia, hasta el extremo de que se impuso en todos los monasterios y conventos del país vecino. El poeta Jacques Delille, sin duda mejor conocido como el 'Ovidio de Francia', cantó el anafrodisiaco milagroso: 'Le nénuphar, ami de l'humide séjour,/ destructeur des plaisirs de l'amour'. El doctor Condom debió ensayar estos métodos, y quizá también el que describe el papiro de Petri, datado el 1850 a.C., donde se asegura que una mezcla de estiércol de cocodrilo y miel, colocada en la vagina femenina antes del coito, es una eficaz barrera para los espermatozoides. En cualquier caso, cuentan que tras el tercer hijo ilegítimo que engendró Carlos II de Inglaterra, el doctor Condom, acuciado ante el fracaso, halló, con la ayuda de un vejiga de cabra, la fórmula que le ha hecho famoso en el mundo entero. Desconocemos si la usó él mismo; sí que sabemos que otro médico de gran prestigio, Gabriello Fallopio, realizó algo parecido con ¡un forro de lino!... ¡Qué lástima que no acertase en el material empleado! Porque convendrán que el término 'fallopio' parece mucho más adecuado a la naturaleza de ese miembro que, honestamente, no se puede nombrar.

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