'Siempre he creído que mis películas están sobrestimadas'
Escuchar las primeras notas musicales en cualquiera de las películas de Woody Allen te devuelve siempre al mismo lugar común que esas gafas de pasta negra que marcan el rostro de este actor, director y guionista: es uno de los pocos que dentro de la cinematografía estadounidense contemporánea puede utilizar con razón el término de 'autor'. Él prefiere hacerse de menos, dejando para otro los halagos y concentrándose en los fallos, porque, como dice, 'son más interesantes y divertidos los personajes que tienen debilidades, los que tienen problemas. Ésos son los que hacen saltar la chispa'.
La vida y carrera de Allen, 65 años, está llena de estos fuegos de artificio, con 34 largometrajes en 35 años, el guionista más veces candidato al Oscar en la historia de estos premios que también se han hecho suyos como director. Además, están los escándalos, en especial su separación de Mia Farrow después de haberse enamorado de la hija adoptiva de la actriz, Soon-Yi Previn, ahora su esposa y madre de sus dos hijos. Para Allen todo esto es historia y sólo hay un interés en su vida: 'Hacer una buena película. Es lo único que realmente me interesa', afirma en vísperas del estreno en Estados Unidos de su nuevo filme, The curse of the Jade Scorpion, parte de lo que ha concebido como una trilogía de comedias formada por la ya estrenada Small Time Crooks y la que acaba de rodar, Hollywood Endings. Tres filmes nacidos de tres ideas divertidas que un día rescató del cajón de notas que utiliza como fuente de información. 'El resto es sentarse en una habitación y sudarse los chistes', explica de una comedia que devuelve a la pantalla el mundo de Woody Allen acompañado por esas notas de su música preferida. 'Creo que las tres canciones que más me gustan y que probablemente son las favoritas de todo el mundo son Begin the beguine, Night and day y Easy to love, de Cole Porter. Además, están unas cuantas de Gershwin, por supuesto, Our love is here to stay, Someone to watch over me y Embraceable you, grandes canciones lo mismo que Stardust, de Hoagy Carmichael. Son melodías tan poco convencionales y con una rima tan bella y complicada que las adoro'.
Pregunta. Su adoración por esa época también es patente, un tiempo que visita una vez más con The curse of the Jade Scorpion.
Respuesta. Hay ciertas décadas en Estados Unidos, en Nueva York en especial, no sólo los cuarenta, sino los veinte y los treinta, que fueron mágicas. La ciudad nunca tuvo tanto colorido que puedas llevar a la pantalla. Llena de jugadores y timadores de poca monta, tipos con estuches de violín con una metralleta dentro. Un periodo muy rico desde un punto de vista dramático y visual, perfecto para que una película sea ágil y rápida, al estilo de las que solía ver en mi barrio, dos o tres veces a la semana, de Lubitsch o Billy Wilder con Rosalind Russell, William Powell, Claudette Colbert, Tracy y Hepburn. Películas en las que se pasaban el tiempo peleando pero que sabías que iban a acabar juntos.
P. ¿Es ese el tipo de películas que le interesan ?
R. Supongo que es una preferencia personal, pero esas comedias me dejaron una mayor impresión que las de los Three Stooges. Comedias donde lo que es divertido son los personajes con errores. Si un personaje no tiene fallos está bien, pero son más interesantes y divertidos los personajes que tienen debilidades, los que tienen problemas. Eso es lo que ves en todas las películas de Ingmar Bergman, o en las de Fellini o Antonioni. Toda esa gente con debilidades que les hace interesantes en la pantalla.
P. Antes hablaba de historias con un final feliz. ¿Va de eso Hollywood endings ?
R. No puedo hablar mucho de ella, pero va de gente haciendo una película. Yo soy el primero en decir cuán descontento estoy con mis filmes. Nunca he pensado que haya hecho una gran película. De hecho, siempre he pensado que mis películas están sobrestimadas, pero con Hollywood endings me he sorprendido a mí mismo pensando que es una película muy divertida. Por supuesto, con un final feliz, pero a mi estilo de final feliz.
P. ¿No cree que Hollywood peca de demasiados finales felices?
R. Tengo claro que la vida tiene un final bastante miserable, así que cuando ves un final feliz en Hollywood sabes que no es real pero que sirve a un propósito positivo porque ofrecen un pequeño escape. Estos finales de Hollywood son una cosa necesaria en la vida, siempre que no estén forzados para que aumente la recaudación en la taquilla. En mi caso sólo quiero hacer una buena película. Es lo único que me importa. Que al menos salgan del cine diciendo 'no me ha gustado el filme pero no ha insultado mi inteligencia'.
P. ¿Qué películas le han dejados con ese sentimiento?
R. Soy muy exigente y son muy pocos los filmes que me han gustado últimamente, la mayoría europeos. Está esa película española, La lengua de las mariposas, que me pareció maravillosa. También está la película mexicana Amores perros, una obra maestra. O la francesa Para todos los gustos, también maravillosa. Pero el resto de lo que veo, la mayoría estadounidenses, me dejan con amargura. Me parecen estúpidas.
P. ¿Piensa que el clima cultural ha empeorado en Estados Unidos con la llegada de George W. Bush?
R. No es ningún secreto que no apoyo a este presidente, pero la mayor parte del país tampoco le quiere, así que no creo que sea nunca un presidente lo suficientemente fuerte como para provocar un cambio cultural. Me temo que puede hacer daño en la arena cultural y política, pero confío en que no ocurra, que el Congreso estadounidense y la Unión Europea le influencien para que no sea tan necio como lo lleva siendo en estos meses.
P. ¿Cómo afecta a su producción la fascinación de Hollywood por la taquilla?
R. Yo no me meto en los temas de financiación, de eso se encarga mi productora Letty Aronson, algo así como mi hermana después de todos estos años. Sólo sé que tengo que hacer las películas con poco dinero, no importa cómo lo mire. Ahora hablan de que la media por película es de 40 millones de dólares. Yo las sigo haciendo por 15 o 16 millones de dólares. Llegué a los 20 millones con la película de Sean Penn , pero sé que no puedo mantener la libertad que quiero con presupuestos que superen esas cantidades.
P. A nivel personal, ¿cómo consigue escribir con niños pequeños en la casa?
R. Afortunadamente, mi esposa se encarga de ellos. Yo soy un padre dedicado, que juega, les quiere, les lleva a sitios, les mete en la cama y les lee historias, pero nunca he cambiado un pañal en mi vida ni me levanto por las noches. Mi esposa se encarga de eso. No es que le encante, pero lo hace contenta, como buena madre, y yo no soy el tipo de persona que necesite silencio absoluto para trabajar ni nada de eso. Siempre estoy dispuesto a montarles a caballito a mi espalda y jugar con ellos. Claro que podría tener una embolia mañana y todo cambiaría, pero por el momento la vida es genial.Escuchar las primeras notas musicales en cualquiera de las películas de Woody Allen te devuelve siempre al mismo lugar común que esas gafas de pasta negra que marcan el rostro de este actor, director y guionista: es uno de los pocos que dentro de la cinematografía estadounidense contemporánea puede utilizar con razón el término de 'autor'. Él prefiere hacerse de menos, dejando para otro los halagos y concentrándose en los fallos, porque, como dice, 'son más interesantes y divertidos los personajes que tienen debilidades, los que tienen problemas. Ésos son los que hacen saltar la chispa'.
La vida y carrera de Allen, 65 años, está llena de estos fuegos de artificio, con 34 largometrajes en 35 años, el guionista más veces candidato al Oscar en la historia de estos premios que también se han hecho suyos como director. Además, están los escándalos, en especial su separación de Mia Farrow después de haberse enamorado de la hija adoptiva de la actriz, Soon-Yi Previn, ahora su esposa y madre de sus dos hijos. Para Allen todo esto es historia y sólo hay un interés en su vida: 'Hacer una buena película. Es lo único que realmente me interesa', afirma en vísperas del estreno en Estados Unidos de su nuevo filme, The curse of the Jade Scorpion, parte de lo que ha concebido como una trilogía de comedias formada por la ya estrenada Small Time Crooks y la que acaba de rodar, Hollywood Endings. Tres filmes nacidos de tres ideas divertidas que un día rescató del cajón de notas que utiliza como fuente de información. 'El resto es sentarse en una habitación y sudarse los chistes', explica de una comedia que devuelve a la pantalla el mundo de Woody Allen acompañado por esas notas de su música preferida. 'Creo que las tres canciones que más me gustan y que probablemente son las favoritas de todo el mundo son Begin the beguine, Night and day y Easy to love, de Cole Porter. Además, están unas cuantas de Gershwin, por supuesto, Our love is here to stay, Someone to watch over me y Embraceable you, grandes canciones lo mismo que Stardust, de Hoagy Carmichael. Son melodías tan poco convencionales y con una rima tan bella y complicada que las adoro'.
Pregunta. Su adoración por esa época también es patente, un tiempo que visita una vez más con The curse of the Jade Scorpion.
Respuesta. Hay ciertas décadas en Estados Unidos, en Nueva York en especial, no sólo los cuarenta, sino los veinte y los treinta, que fueron mágicas. La ciudad nunca tuvo tanto colorido que puedas llevar a la pantalla. Llena de jugadores y timadores de poca monta, tipos con estuches de violín con una metralleta dentro. Un periodo muy rico desde un punto de vista dramático y visual, perfecto para que una película sea ágil y rápida, al estilo de las que solía ver en mi barrio, dos o tres veces a la semana, de Lubitsch o Billy Wilder con Rosalind Russell, William Powell, Claudette Colbert, Tracy y Hepburn. Películas en las que se pasaban el tiempo peleando pero que sabías que iban a acabar juntos.
P. ¿Es ese el tipo de películas que le interesan ?
R. Supongo que es una preferencia personal, pero esas comedias me dejaron una mayor impresión que las de los Three Stooges. Comedias donde lo que es divertido son los personajes con errores. Si un personaje no tiene fallos está bien, pero son más interesantes y divertidos los personajes que tienen debilidades, los que tienen problemas. Eso es lo que ves en todas las películas de Ingmar Bergman, o en las de Fellini o Antonioni. Toda esa gente con debilidades que les hace interesantes en la pantalla.
P. Antes hablaba de historias con un final feliz. ¿Va de eso Hollywood endings ?
R. No puedo hablar mucho de ella, pero va de gente haciendo una película. Yo soy el primero en decir cuán descontento estoy con mis filmes. Nunca he pensado que haya hecho una gran película. De hecho, siempre he pensado que mis películas están sobrestimadas, pero con Hollywood endings me he sorprendido a mí mismo pensando que es una película muy divertida. Por supuesto, con un final feliz, pero a mi estilo de final feliz.
P. ¿No cree que Hollywood peca de demasiados finales felices?
R. Tengo claro que la vida tiene un final bastante miserable, así que cuando ves un final feliz en Hollywood sabes que no es real pero que sirve a un propósito positivo porque ofrecen un pequeño escape. Estos finales de Hollywood son una cosa necesaria en la vida, siempre que no estén forzados para que aumente la recaudación en la taquilla. En mi caso sólo quiero hacer una buena película. Es lo único que me importa. Que al menos salgan del cine diciendo 'no me ha gustado el filme pero no ha insultado mi inteligencia'.
P. ¿Qué películas le han dejados con ese sentimiento?
R. Soy muy exigente y son muy pocos los filmes que me han gustado últimamente, la mayoría europeos. Está esa película española, La lengua de las mariposas, que me pareció maravillosa. También está la película mexicana Amores perros, una obra maestra. O la francesa Para todos los gustos, también maravillosa. Pero el resto de lo que veo, la mayoría estadounidenses, me dejan con amargura. Me parecen estúpidas.
P. ¿Piensa que el clima cultural ha empeorado en Estados Unidos con la llegada de George W. Bush?
R. No es ningún secreto que no apoyo a este presidente, pero la mayor parte del país tampoco le quiere, así que no creo que sea nunca un presidente lo suficientemente fuerte como para provocar un cambio cultural. Me temo que puede hacer daño en la arena cultural y política, pero confío en que no ocurra, que el Congreso estadounidense y la Unión Europea le influencien para que no sea tan necio como lo lleva siendo en estos meses.
P. ¿Cómo afecta a su producción la fascinación de Hollywood por la taquilla?
R. Yo no me meto en los temas de financiación, de eso se encarga mi productora Letty Aronson, algo así como mi hermana después de todos estos años. Sólo sé que tengo que hacer las películas con poco dinero, no importa cómo lo mire. Ahora hablan de que la media por película es de 40 millones de dólares. Yo las sigo haciendo por 15 o 16 millones de dólares. Llegué a los 20 millones con la película de Sean Penn , pero sé que no puedo mantener la libertad que quiero con presupuestos que superen esas cantidades.
P. A nivel personal, ¿cómo consigue escribir con niños pequeños en la casa?
R. Afortunadamente, mi esposa se encarga de ellos. Yo soy un padre dedicado, que juega, les quiere, les lleva a sitios, les mete en la cama y les lee historias, pero nunca he cambiado un pañal en mi vida ni me levanto por las noches. Mi esposa se encarga de eso. No es que le encante, pero lo hace contenta, como buena madre, y yo no soy el tipo de persona que necesite silencio absoluto para trabajar ni nada de eso. Siempre estoy dispuesto a montarles a caballito a mi espalda y jugar con ellos. Claro que podría tener una embolia mañana y todo cambiaría, pero por el momento la vida es genial.
'Sería mejor ser alto y guapo'
Está claro que nunca he sido ni alto ni moreno ni guapo, así que tengo suerte de ser guionista, porque de otra forma nunca hubiera podido ni soñar con besar a Julia Roberts o a Charlize Theron si no lo estuviera haciendo en la ficción', reconoce Woody Allen. La lista de mujeres en su vida cinematográfica es más larga, incluyendo algunas, como Diane Keaton o Mia Farrow, que, además de ser sus musas en la pantalla, también lo fueron en la vida real.'Muchos críticos han insistido que lo menos creíble de mis películas es que mis personajes acaben con mujeres mucho más jóvenes y guapas que yo', indica, no sin cierta ironía dado su matrimonio con Soon-Yi Previn, 35 años más joven que el director. En The curse of the Jade Scorpion el objeto del deseo es Helen Hunt, 'una actriz estupenda'.'Como director, lo que le hace atractivo es que sigues amando sus películas con el paso del tiempo', explica Hunt, 'y como hombre, creo que es muy atractivo, divertido e inteligente, las mejores cualidades para generar una buena química'. Con el humor que le caracteriza, Allen tiene la respuesta adecuada para tanto halago, recordando que todas esas cualidades sólo le llevan hasta un cierto punto con sus mujeres. 'Ser alto, moreno y guapo sería mejor, todos lo saben', sonríe.El realizador Terry Zwigoff, autor de Crumb y que se iba a encargar del documental Wild man blues sobre la gira de Allen como clarinetista, tiene claro quién es la verdadera mujer en la vida del director de Annie Hall. 'Le dije que lo más interesante de su vida era su madre, todo un personaje', en referencia a Netty Konigsberg, quien a sus 95 años sigue manteniendo una estrecha relación con su hijo. 'Yo le pregunté: ¿Por qué sigues haciendo una película al año? ¿Por qué trabajas tanto? Me dijo que porque se sentía culpable si no lo hacía, típico de cualquiera con una madre judía', subraya Zwigoff. Es una idea probablemente compartida por Allen, quien en su día comenzó a rodar una película con su madre y la de Mía Farrow, Maureen O'Sullivan, que nunca concluyó.
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