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Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

EL PODER DE UN APRETÓN DE MANOS EN EL AEROPUERTO

Medio centenar de seguidores de U2 aguardaron más de tres horas en El Prat la fugaz aparición del grupo

Se les reconocía de lejos porque iban como locos de un lado a otro del aeropuerto preguntanto por qué puerta harían su aparición los componentes de U2. Muchos de ellos llevaban una camiseta roja con un '40' estampado en la parte delantera y una caricatura de los miembros del grupo ante la Sagrada Familia por detrás. Pero la imagen de la pieza de ropa no se reproduciría en la realidad. Bono, The Edge, Adam Clayton y Larry Mullen Jr. llegaron en avión privado al aeropuerto de El Prat a las siete de la tarde, se fueron raudos y veloces al Palau Sant Jordi montados en sendos Mercedes -uno por cabeza- escoltados por cuatro motos de los Mossos d'Esquadra y estaba previsto que una vez concluido el concierto desanduvieran el camino para ir a celebrar el cumpleaños de The Edge -de ahí el '40' de la camiseta- en Niza, donde tienen la base operativa de su gira europea. Nada de turismo gaudiniano.

En fin, el tan deseado contacto de los fans con sus ídolos se redujo a un escueto apretón de manos con Bono. Como aperitivo del concierto, ya era algo. Fue el único del grupo que, tras hacer esperar a sus incondicionales durante más de tres horas, cruzó el aparcamiento del llamado Bloque Técnico del aeropuerto para encontrarse con ellos, unos 40, que no tuvieron más remedio que aguardar a la banda tras los setos que separan a la jet set del mundo real en El Prat.

Tocado con una gorra con estampado de camuflaje, escondiendo su mirada tras unas gafas de color violeta y saludando al personal con el signo de la paz, encajó manos, les tomó fotos y se dejó agasajar con una botella de vino tinto. No pronunció ni una palabra ni firmó autógrafos. Mientras, el homenajeado The Edge saludaba tímidamente con la mano desde su coche. Respondía a su manera a los cánticos de los fans, que le dedicaron un Happy Birthday desafinando alegremente. Con Mullen y Clayton no hubo modo.

'¡Esto es el país de la sangría! En el resto de Europa se han paseado por las ciudades y se han dejado ver más', se lamentaba Javier, llegado directamente desde San Sebastián. En efecto, las fotos que enseñaba Xavier, de Barcelona, para matar el rato de la espera, daban la razón al vasco. Estaban tomadas hace apenas unos días en Amsterdam, donde se encontró con la banda en plena calle. Al menos, explicaba con inmenso orgullo, allí le pudo presentar su hijo Joshua -por el álbum The Joshua Tree- a Bono.

The Edge, el guitarrista de la banda, saluda a sus admiradores.
The Edge, el guitarrista de la banda, saluda a sus admiradores.CARLES RIBAS

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