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Crónica:Campeonatos del Mundo de Edmonton | ATLETISMO
Crónica
Texto informativo con interpretación

A Niurka le sobra un codo

La española, que se dejó un brazo por detrás del cuerpo en su mejor salto, bronce en una prueba ganada por la italiana May

Carlos Arribas

Niurka Montalvo aseguró que había llegado a Edmonton con 7 metros en las piernas y no mintió aunque en la sobria y ventosa final se quedara en 6,88. La diferencia hay que cargársela a su codo. Es la que hubo prácticamente entre la medalla de oro, alcanzada por su gran rival, la ítalo-británica Fiona May, con 7,02, y el bronce de la hispano-cubana. Entre medias, con 7,01, la plata fue para la rusa Tatiana Kotova. Niurka se tocaba el brazo derecho y, sonriendo, decía tener miedo: 'El técnico me dijo que me lo cortaría y no sé...'

Rafael Blanquer, su entrenador, se desesperaba en la grada. Era el único rostro fastidiado en medio de la explosión de alegría que supuso el gran salto de Montalvo. Había cogido una buena racha de viento, favorable en más de dos metros por segundo, y con su depurado talonamiento había cogido perfecta la tablilla, a un centímetro su puntera de la línea de plastilina. El impulso fue magnífico, como el vuelo, el cuerpo arrastrado por las piernas, el centro de gravedad arrastrando al cuerpo. Así, aterrizó más allá de la línea de los 7 metros o rozándola. 'Creo que eran 7 o 7,01', dijo luego.

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Todos contentos, salvo la propia Niurka y Blanquer. Ostentosamente, su preparador empezó a hacerle gestos con la mano izquierda sobre el codo derecho, como si estuviera jugando con su nieto al si vas a casa del carnicero, dile que no te corte por aquí. Taciturna, Niurka asintió, como diciendo: 'No lo volveré a hacer'. No cumplió su promesa. Tampoco Blanquer le cortó el brazo, la extremidad que cayó pesada, haciendo una marca nítida en la arena, por detrás del cuerpo. Unos centímetros menos. Un codo de más. Lo suficiente no ya para ganar la prueba, pero sí al menos para darle un nuevo giro. Y un escalofrío de miedo a la archirrival, la gélida May.

La italiana, de veloz carrera y magnífica zancada, llevaba una serie perfecta, o casi. Con 6,86 metros, tomó el mando en el primer intento. Se lo aseguró con 6,97 en el segundo y cerró el debate con 7,02 en el tercero. Fue el momento más difícil para Montalvo. 'Yo estaba confiada con mis 6,73 del primer intento. Pensé que era suficiente para pasar a la mejora, en la que me lanzaría por la victoria', explicó; 'pero había un problema: era de las primeras en saltar y la cosa estaba muy igualada. Había muchas en los seis sesenta y muchos. Y me dio por pensar que, si todas mejoraban y me dejaban fuera y me quedaba sin medalla, sería tremendo...' Finalmente, no se cumplieron sus temores. Y pasó la sexta de ocho. Suficiente.

May no mejoró en los tres últimos saltos. Y Niurka se le acercaba. En su mente se había formado una imagen, la ganadora de Sevilla 99: un último salto victorioso. 'Estaba tranquilísima, convencida de que ganaría. No tenía la menor duda', dijo; 'el problema es ése, que me he acostumbrado a coger la medalla en el último salto. Y, al final, he acabado un poco decepcionada conmigo misma'.

La tarde fue la más revuelta. Nubes y vientos variables. Banderas agitadas y anemómetro loco. Lo mismo soplaba por delante que por detrás. El problema se agudizaba en el pasillo y el foso. 'Si el viento es regular, no hay problemas: sigues a tu ritmo y coges bien la tabla', comentó Montalvo; 'lo malo es cuando cambia'. En el sexto salto, el último, Niurka salió decidida, convencida de que le esperaban más de 7 metros y el oro. 'Pero en el pasillo cambió el viento. Y eso me sacó de ritmo', explicó. Perdió velocidad, se reajustó. No pudo saltar más de 6,54.

May, la campeona de 1995, por delante de Montalvo, entonces cubana, cierra con este oro un ciclo frustrante de tres platas consecutivas en Atlanta 96, Sevilla 99 y Sydney 2000. 'Estaba ya enferma de no terminar más que segunda', dijo la atleta, nacida en el Reino Unido, de origen jamaicano y casada con el plusmarquista italiano de pértiga, Gianni Iapichino, su entrenador: 'Legué a pensar que no volvería a vencer nunca'. No se habla con la prensa italiana desde hace dos años ni con Niurka. 'Le di la mano y le dije 'congratulations', matizó la española; 'pero no sé si me miró. Yo a ella, no'.

Fiona May, en uno de sus saltos de la final de longitud.
Fiona May, en uno de sus saltos de la final de longitud.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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