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Crónica:Campeonatos del Mundo de Edmonton | ATLETISMO
Crónica
Texto informativo con interpretación

La pértiga se da publicidad

El duelo Dragila-Feofanova lanza a nuevas alturas la prueba femenina

Carlos Arribas

La pértiga femenina, considerada por muchos puristas una especialidad de bajo nivel, obtuvo la mejor publicidad posible gracias a un apasionante duelo ruso-estadounidense, una competición de un nivel increíble sólo perturbada por la torpeza de los jueces. Ganó Stacy Dragila, la norteamericana formada en los rodeos. Perdió Svetlana Feofanova, la jovencita de Moscú, 21 años de tenacidad, gracias a quien la prueba adquirió una altura única. Un poco más y la ganadora se habría visto obligada a batir el récord del mundo para imponerse. Tremendo.

Los jueces, sin embargo, tenían otra idea de lo que debía ser la tarde. Parecía que su única intención era deslucir el duelo entre la campeona mundial y olímpica, y, al mismo tiempo, plusmarquista mundial (4,81 metros), y la joven rusa, antigua gimnasta, que se entrena en Moscú sin apenas medios y a quien su entrenador le pegaba las manos a la pértiga con esparadrapo para enseñarla a cogerla bien. La rusa se presentaba con una mejor marca de 4.70 metros, récord europeo. El primer error de los comisarios fue colocar mal la barra en las alturas inferiores, con lo que la mayoría de las saltadoras, Dragila y Feofanova no porque se habían reservado, tuvieron que repetir salto. El segundo error fue más grave. La rusa y la americana ya estaban solas. La diferencia la marcaron en los 4,65 metros, una altura que Dragila pasó a la segunda y la rusa a la tercera. Ninguna otra la batió. De hecho, se habían estancado en 4,55 metros.

Dragila saltó 4,70 a la primera y se dio por ganadora. No contaba con la tenacidad de la rusa, quien poco después tomó carrerilla, encajó la pértiga en el cajetín y voló por encima de la barra. Igualaba su récord. Dragila, forzada, saltó a la primera la siguiente distancia, 4,75 metros, y de nuevo Feofanova la imitó. 'Entonces', cuenta la americana, 'fui a hablar con Feofanova y le dije que lo mejor sería que la siguiente altura fuera 4,82 metros, y no los 4,80 que estipulaba el reglamento, con lo que de paso batiríamos el récord del mundo y una de las dos podría llevarse, además, los 100.000 dólares (casi 20 millones de pesetas) con los que está premiado. Feofanova estuvo de acuerdo. Así se lo dijimos a los jueces'. Pero éstos, cuando ya habían puesto la barra en la altura se echaron para atrás. 'Empezamos a perder tiempo discutiendo. Y cuando ya hubo acuerdo se nos había pasado el momento. Estábamos frías. Estoy segura de que los jueces nos privaron del récord'.

Las dos lo intentaron las tres veces. Cada vez saltando peor. A igualdad de marca, la victoria fue para Dragila, que había hecho un nulo menos en 4,65 metros. Exaltada y feliz, la americana dio la vuelta de honor abrazando a la rusa. 'Sin ella', reconoció, 'no habría alcanzado estos límites'. Y tampoco la pértiga femenina el empujón de popularidad que le supuso una final tan espectacular.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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