_
_
_
_
Reportaje:CULTURA Y ESPECTÁCULOS

SERGI BELBEL DEFIENDE QUE EL TEATRO DEBE RENUNCIAR A COMPETIR CON EL CINE

Tiene en cartel dos obras de éxito, nada más y nada menos que adaptaciones de Calderón y de Jardiel Poncela. Autor y director, Sergi Belbel defiende, 'sin lástima y sin renunciar a las mayorías', que el teatro es un arte de minorías.

Miguel Ángel Villena

Desde que en 1985 y con apenas 22 años ganara el prestigioso Premio Marqués de Bradomín con Calidoscopios y faros de hoy, Sergi Belbel (Terrassa, 1963) es uno de los enfants terribles del teatro español. Dramaturgo, director y profesor, este catalán pausado y con cierto aire de empollón ha seguido cosechando premios, ha visto representadas sus obras rompedoras y renovadoras y ha sido traducido a seis idiomas. Desconocido para el gran público, Belbel ha rizado el rizo en los últimos meses al atreverse a dirigir versiones de El alcalde de Zalamea, de Calderón de la Barca, y de Madre (el drama padre), de Enrique Jardiel Poncela. Encargos de la Compañía Nacional de Teatro Clásico y del Centro Dramático Nacional, respectivamente, los dos montajes se han convertido en auténticos éxitos de taquilla. Mientras el drama clásico de Calderón ha superado ya con creces el centenar de representaciones por media España, el teatro del absurdo de Jardiel está llenando el aforo del Teatro de la Latina, de Madrid, sorprendentemente en pleno mes de agosto.

Desde su descanso veraniego en Mallorca, Belbel se declara un apasionado de su trabajo. 'Somos unos privilegiados aquellos a los que nos entusiasma nuestro trabajo. Para mí escribir o dirigir teatro no representa un sufrimiento, sino un placer', comenta. Aficionado desde siempre a los textos clásicos, su faceta de director le sirve para su tarea como autor. 'Para sumergirte de verdad en un clásico', explica, 'hay que dirigirlo. Significa un reto y un aprendizaje'. Al otro lado del teléfono, Sergi Belbel se ríe cuando se le dice que algunos actores de El alcalde de Zalamea hayan alabado su adaptación 'sin moderneces' de una de las obras más importantes del teatro español. 'Mi receta es que se note poco la huella del director porque un texto de Calderón ya tiene fuerza suficiente. Tampoco me gusta cortar ni cambiar escenas ni aprovechar los argumentos para trasladar problemas a la actualidad'.

Casi sin interrupción, Belbel pasó de los conflictos morales y políticos de Calderón de la Barca en el siglo XVII al humor del absurdo y a la crítica de la burguesía de Jardiel Poncela a principios del XX. 'Me va bien cambiar de chip porque yo busco la diversión en el teatro, provocar emociones en el espectador. En realidad, prefiero un patio de butacas dormido que bostezando', señala el director para extenderse a renglón seguido en elogios hacia Jardiel Poncela, a quien compara con los hermanos Marx en cine. 'Hay que recordar', aclara, 'que Jardiel Poncela trabajó como guionista en Hollywood durante 1932 y 1933. Ha sido uno de los escasísimos españoles que ha sido escritor de cine en la capital de esta industria y tuvo relación con genios como Charles Chaplin'.

Estas reflexiones le llevan a Belbel a defender 'sin lástima, con orgullo y sin renunciar a las mayorías' que el teatro se ha convertido en un arte para minorías. 'El teatro representa la artesanía; el cine y la televisión, la industria y la producción en cadena. Los teatreros hemos de renunciar a competir y dar al espectador la presencia del actor, un espectáculo de carne y hueso. La esencia del teatro es un actor en un escenario y, por ello, no todos los intérpretes pueden hacer teatro porque requiere de la voz, del movimiento... Incluso algunos actores españoles le tienen miedo al teatro. Cuando funciona la magia del escenario, el resultado es extraordinario. Ahí está el ejemplo del reciente triunfo de la versión para teatro de la película El verdugo'.

Madrid y Barcelona Alternando desde hace años su asombrosa actividad entre Madrid y Barcelona, Sergi Belbel postula con mucho ahínco que las dos capitales teatrales sumen esfuerzos. 'No existen características diferentes entre las obras que se montan en Barcelona o en Madrid y en ambas ciudades se trabaja con el mismo rigor. Quizá nos distingan los criterios de producción que en Barcelona responden más a un apoyo del sector público y en Madrid a la iniciativa de los empresarios privados'.

Desde su perspectiva de profesor de Arte Dramático en Barcelona, el dramaturgo y director apunta a los productores como la clave del éxito de una obra teatral. 'El público pide espectáculos bien hechos, interesantes y con un ritmo escénico que no decaiga. Cuando eso se consigue, el teatro alcanza esa esencia de un actor en un escenario. Sin efectos especiales, sin trampa ni cartón, un espectáculo impresionante desde hace 2.000 años'.

El director de teatro Sergi Belbel, en Mallorca.
El director de teatro Sergi Belbel, en Mallorca.BARTOLOMÉ RAMÓN

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_