Korchnói: la antítesis del Alzheimer
El triunfo de 'Víktor El Terrible', a los 70 años, en Biel marca un hito de longevidad en el deporte
El declive de casi todos los ajedrecistas empieza a los 40 años, como el de los golfistas. De ahí el asombro causado por el triunfo, a los 70, de Víktor Korchnói en el importante torneo de Biel (Suiza), el país que le acogió hace 25 años, tras su escapada de la URSS. Contrariamente a los jóvenes, que basan su entrenamiento en la ayuda de las computadoras, el viejo gladiador ejercita la creatividad cada día, como recomiendan los médicos para prevenir el mal de Alzheimer.
De pequeño, Korchnói tocaba el piano, recitaba poesía y quería ser actor. Luego vino su odisea durante el asedio de Leningrado (la actual San Petersburgo) por los nazis: robó cartillas de racionamiento de los cadáveres para comer, derritió hielo para beber y arrastró los cadáveres de sus familiares hasta el cementerio. Después simultaneó el ajedrez con la carrera de Historia, pero optó por el deporte mental: “De lo contrarío, ahora trabajaría como profesor en algún pueblo remoto de Siberia”, el inmenso y frío territorio donde el Kremlin confinaba a los disidentes, explica Víktor El Terrible, dos veces subcampeón del mundo, apodado así por su impresionante combatividad, que aún mantiene.
Una enorme actividad intelectual y una vida fascinante desde la niñez a la senectud es lo que une a Korchnói con otros ajedrecistas muy longevos en el éxito, aunque no tanto como él. Por ejemplo, el alemán Emmanuel Lasker (1868-1941), campeón del mundo de 1894 a 1921 y con resultados brillantes hasta los 67 años, fue además un eminente matemático y un destacado filósofo. Hoy, los quince primeros de la lista mundial tienen menos de 35 años, excepto Gari Kaspárov (38). Korchnói era el 17º hace dos años, pero bajó hasta el 66º porque, según él, se concentró en escribir un libro que contiene profundos análisis sobre sus cien mejores partidas. El triunfo en Biel indica que su explicación es certera.
Siempre vehemente y muy expresivo, Korchnói atribuye su asombrosa energía a la capacidad de lucha que desarrolló para sobrevivir, a su desayuno con caviar todos los días y a la alta calidad de vida en Suiza. Los dos médicos consultados por EL PAÍS, ambos ajedrecistas, añaden otras ideas: “La función hace el órgano, y es evidente que Korchnói ha desarrollado su cerebro intensamente cada día de su vida. Casi todos los grandes jugadores actuales se entrenan con computadoras y basan su éxito en la memorización de miles de variantes. En cambio, Korchnói no sabe manejar un ordenador; su entrenamiento consiste en analizar profundamente posiciones críticas muchas horas al día”, explica Rafael Andarias, asesor de la Federación Española en los controles antidopaje. Y agrega una conexión terapéutica: “A pesar del factor hereditario, el mal de Alzheimer puede prevenirse con una intensa actividad intelectual. Korchnói es el paradigma de la lucha contra esa enfermedad”.
Ricardo Calvo, amigo de Korchnói, coincide y subraya: “Víktor suele decirme que los jugadores jóvenes se equivocan en su entrenamiento. Las computadoras influyen en que los mejores sean cada vez más jóvenes, pero también aceleran el declive. Ellos se cansan antes que él cuando analizan juntos una partida. Por otro lado, creo que Korchnói es un genio. Y muchos genios fueron longevos, como Catón, Picasso, Casals, Chaplin y Einstein”.
La vida de Korchnói, que fichó el sábado por el club Gambito de Valencia, y la de su encarnizado enemigo Anatoli Kárpov, el héroe nacional del Kremlin que le derrotó en los Mundiales de 1978 y 1981, inspiraron la película ‘La diagonal del alfil’, ganadora del Óscar a la mejor extranjera en 1984, y la ópera rock Chess (1986) que se mantuvo con gran éxito durante meses en la cartelera de Londres. A juzgar por la forma actual de Korchnói, ambas obras deberían ser actualizadas con nuevos episodios. Por ejemplo, uno morboso, previsto para la próxima temporada: el enfrentamiento de Korchnói con Kárpov, fichado por el Club Ajedrez Valencia.
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