'Lo que más odio es la preparación física invernal'

Manolo Martínez (León, 7-12-74) es el gigante del atletismo español. Un cuerpo enorme (1,85 metros, 135 kilos) y una sensibilidad a juego, o más grande todavía. Como sus manos, con las que le gusta trabajar el hierro en escultura o agarrar los pinceles.

Lo suyo es puro romanticismo. Eligió brillar y sacrificarse por una especialidad tan poco lucida y espectacular como el lanzamiento de peso. Le gustaría reencarnarse en un caballero medieval y uno le imagina derrotando al dragón y salvando a la princesa. Se va de Edmonton sin medalla y con un dedo maltrecho, pero con un cuarto puesto, el mejor del atletismo español en la modalidad.

Pregunta. Dígame una manía suya, una extravagancia, una superstición.

Respuesta. Más que supersticiones lo que sigo es algún ritual en la forma en que me vendo o me pongo los dorsales. Pero más que nada porque son acciones muy repetidas

P. Un hobby enfermizo. Algo que le haga perder la noción del tiempo.

R. La pintura y la escultura.

P. ¿A qué teme en la vida?

R. Intento no tener ningún miedo.

P. ¿Qué es lo que más le gusta del oficio de atleta?

R. Todo.

P. ¿Y lo que más odia?

R. La preparación física invernal. En general, la pretemporada.

P. Una película.

R. Dune, de David Lynch.

P. Una canción.

R. No sabría cuál decir. Varía mucho mi canción favorita dependiendo de mi estado de ánimo. No, no se me ocurre ninguna especial.

P. Una mujer, aunque sea inalcanzable.

R. Bueno, por decir alguna, Paula Vázquez.

P. ¿En qué atleta le gustaría reencarnarse?

R. En mí mismo. Estoy muy contento de cómo soy, no me cambiaría por nadie.

P. ¿Y si fuera en alguien no atleta?

R. Ahí sí. Me gustaría reencarnarme en un caballero medieval.

P. Un lugar, un momento mítico.

R. La final de peso de los Mundiales de Tokio 91 . No la vi en directo porque por entonces, hace 10 años, era un juvenil. Y además, en televisión nunca dan el peso. Pero un aficionado me pasó la cinta de toda la competición y me encanta.