'En esta película he empezado a dar rienda suelta a mis emociones'

Tía, hoy no es el mejor día para hablar, acabo de ver la peli y estoy en estado de shock'. Así habla Najwa Nimri tras ver en vídeo el sobrecogedor largometraje Lucía y el sexo, del director Julio Medem, que protagoniza junto a Tristán Ulloa y Paz Vega y que se estrena el próximo 24 de agosto. Najwa está eufórica, sobresaltada y expresa con teatrales gestos y unos ojos al borde de las lágrimas la angustia que le ha producido este melodrama que al mismo tiempo la hace 'muy feliz'. '¿Te ha gustado? ¿Qué has sentido al final?', no para de preguntar, y parece más entrevistadora que entrevistada.

Najwa Nimri recuerda a los maniquíes de los años cincuenta, muy estilizada y elegante con un moño y un vestido de flores negras y rojas que cubre un tatuaje dedicado a su ex marido, el director de cine Daniel Calpasoro. La actriz y cantante lleva a cuestas una fama de femme fatale, de introvertida y borde que no se corresponde con la realidad. Es puro nervio, no para de hablar y, como confiesa, es insegura. Eso sí, es excéntrica.

Pregunta. ¿Su incorporación al rodaje fue accidentada?

Respuesta. Me leí el guión en el avión camino de Formentera, tres días antes de empezar a rodar. Llegué, fuimos a comer una paella y Julio (Medem) me rompió el guión, me quedé con mis textos y estuve estudiando día y noche.

P. ¿Por qué fue así?

R. Fui a una película hecha. Ya llevaban rodados dos meses y ensayando un año. Julio tenía una actriz para el papel de Elena, pero decidió cambiar a última hora y me llamó. La Elena que iba a ser fondona se convirtió en una lagartijilla. Al principio era una mamma acogedora, una tipa que le doblaba la edad a todos. Cuando llegué creamos un nuevo personaje. Yo le dije a Julio: vamos a hacer a una mujer finiiita, una rotita, rotita que está como aguantando para no llorar y que al final se rompe.

P. ¿Cuesta creer que no supiese nada de la película?

R. Sí sabía. Al acabar Los amantes del Círculo Polar empecé a oír hablar de esta película, que era un poco la continuación de la otra, y sabía lo que Julio quería de mí. Lo que pasa es que se cambió el proyecto y se tornó en una historia negra con sexo en la que la Ana de los amantes (su personaje) no entraba. No me veía haciendo el personaje de Lucía, la protagonista.

P. ¿Le dio miedo no haber ensayado?

R. Confiaba en él. Sé que Julio lo que hace lo hace porque se lo ha imaginado antes. Que no es gratuito nada. Tienes que estar dispuesto a dejarte en sus manos.

P. Con tiempo, ¿cómo hubiese preparado su personaje?

R. Hubiera catalogado a Elena. ¿Qué le pasa? Lo malo, lo bueno, el amor la, la, la... lo hubiera preparado como un tetris, muy matemático. Y eso no es bueno. En una película de Julio, si te pones muy matemático se te escapa el alma, y yo me quedé con el alma y me olvidé de la matemática.

P. ¿Pero ha quedado contenta con el resultado?

R. Un personaje tan emocionalmente cargado como el mío se supone que necesitas tiempo para prepararlo, pero al ver que el resultado es positivo me planteo para qué tanto método. Claro, si esto lo haces con otro director te sale una rana que no te quiero contar. Estaba ahí agarrada de la coleta por Julio, que me iba llevando como si fuera una marioneta.

P. Sintiéndose tan feliz, ¿se plantea cambiar de método?

R. He descubierto con esta peli una cosa que a mí me funciona bien, que es no trabajar tanto con la cabeza como he estado haciendo. Antes me volvía loca. Confiaba tan poco en mis emociones que he utilizado la cabeza para pararlas. Y de repente en esta película he empezado a darles rienda suelta, y en la que he estado rodando ahora con Ramón Salazar, Piedras, también. Me he reído a carcajadas.

P. ¿Cómo fue el rodaje en Formentera?

R. La isla tiene una energía curiosa. Rodamos entre rayos. Hay energía, no es ciencia-ficción. Me volví loca yo y todo el mundo. Vas ahí y todos se sueltan la melena y cada uno lo exterioriza a su modo.