'Resistir no es triunfar'
El galerista Gonzalo Sánchez nació en Villena (Alicante), en 1944. Licenciado en Filosofía, trabajó varios años en Madrid, primero como psicólogo y después como empleado en una galería de libros de arte y grabados. Tras cerrar ese establecimiento, en 1983 se trasladó a San Sebastián y montó una galería de vanguardia, Galería Dieciséis, en dicho número de la Plaza del Buen Pastor. Es plausible su dedicación permanente a difundir la obra del desaparecido Amable Arias, uno de los miembros fundadores del grupo Gaur.
Pregunta. ¿Qué le ha movido a difundir la obra de Arias?
Respuesta. La exposición que se hizo de Amable Arias en el Museo de San Telmo, en 1985, post mortem, me impresionó mucho. Pasados los años, me puse en contacto con su compañera y heredera, Maru Rizo, y le dije que me gustaría trabajar difundiendo la obra de Amable. En aquel momento, mi apuesta fue sumamente intuitiva. Ahora no es intuición, sino un convencimiento pleno y una apuesta fortísima por un artista que me parece de lo más interesante que he conocido.
'Me inquieta que no se aproveche más el Guggenheim para que el arte vasco tenga un papel importante'
P. ¿Cuántas exposiciones ha realizado de su obra?
R. Seis en la galería y dos en Arco individualmente.
P. ¿Cómo recaló usted en San Sebastián?
R. Trabajaba en Madrid en una galería que se cerró. Como ya estaba envenenado con ese mundo, a través de unos amigos de San Sebastián conseguí un local y abrí una galería de arte con el objetivo de resistir.
P. ¿Qué le parece el centro Koldo Mitxelena tan próximo a su galería?
R. El Koldo Mitxelena es un proyecto totalmente necesario. Yo he tenido que ver algo con esta historia. Cuando la Diputación de Guipúzcoa me contrató como asesor, hacia 1987, les dije que, siendo importante el centro Arteleku, en el que andábamos trabajando, también lo era que hubiese una sala de exposiciones homologable con cualquier sala que pudiera haber en otras ciudades.
P. ¿Sigue de cerca las programaciones de ese centro?
R. Tiene cosas muy buenas. Sin embargo, creo que la política cultural que llevan no es la más adecuada. Deberían dar salida a lo mejor de lo que esté ocurriendo en Guipúzcoa, e interrelacionarlo con lo que hacen artistas de la misma categoría, de la misma época en España, Europa y el mundo. Lo que no entiendo es que se hayan hecho exposiciones de Balerdi, de Nagel, de Goenaga, y que no hayan viajado a ningún sitio. No puede ser que seamos sólo receptores con el talonario. Aclaro que no soy nada chauvinista, ni por biografía, ni por nacimiento. Pero así lo veo.
P. ¿Programa las temporadas buscando contrastes entre una exposición y la siguiente?
R. Sigo cada temporada con el compromiso que mantengo con una serie de artistas, que podíamos llamar de la galería. Por otro lado, intento equilibrar las exposiciones, en las que hay algunas de más riesgo con otras con menos riesgo. Siempre con el objetivo, ya dicho, de resistir; aunque resistir no sea triunfar...
P. ¿Es frecuente que artistas que expusieron en su galería por primera vez, una vez consagrados, no quieran saber nada de usted?
R. Cuando se habla con otros galeristas, te das cuenta que su mancha negra siempre recae en las relaciones con los artistas. También existe lo contrario. Tengo claro que una galería como la mía es una galería de tránsito. Ahí está la paradoja: cuanto más bueno sea mi trabajo, más frágil y efímera puede ser la relación con el artista; si yo elijo bien, antes o después, ese pintor tendrá que irse a una galería más grande, con más poder. Debo subrayar que en mi caso las decepciones son excepcionales.
P. ¿Cómo ve la irrupción del Guggenheim?
R. Lo veo más como espectáculo que como arte. De otra parte, me produce mucha inquietud el que no se haya aprovechado mejor este proyecto para que el arte vasco tenga un papel importante. Quizá suceda que las mismas personas que han decidido que se haga el Guggenheim, no distinguen entre un artista vasco bueno y un artista vasco malo.
P. ¿Hacen justicia las instituciones a las galerías?
R. No. Vaya un ejemplo: cuando un hotel hace una exposición y se infla a vender floreros, para las instituciones eso es una actividad cultural; en cambio, cuando eso mismo lo hacen las galerías, que somos los que con más rigor ejercemos una selección de lo que exponemos, resulta que somos comerciales, y a lo mejor no nos comemos una rosca.
P. ¿Y los artistas?
R. Cuando el artista ha vendido mucho en la exposición, comenta: 'He expuesto en la galería tal y he vendido todo. Y cuando no vende dice: 'He expuesto en la galería tal y no me han vendido nada'. Ahora bien, los artistas jóvenes están suspirando para que a través de una galería su obra se difunda y promocione.
P. ¿Sería partidario de crear una feria Arco del País Vasco?
R. Sí. No sé si un Arco. Pero hace tiempo que vengo pensando que Bilbao es una plaza fantástica para poder hacer una feria de arte. Tendría mucho gancho en este momento, y habría que aprovecharlo.
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