Donde habita el olvido

Hace un cuarto de siglo la densidad de personas interesadas en el ecologismo y en los entonces nuevos movimientos sociales se acercaba en nuestro país al 0,001% por kilometro cuadrado, mientras que el porcentaje de los desinteresados o netamente opuestos a todo lo que significara desarrollo sostenible y asuntos afines se acercaba al 97,9% por centímetro cuadrado. Entre los pioneros de estos planteamientos no hay duda que ocupa, o debería ocupar, un lugar destacado Manuel Sacristán (1925-1985). Parte de sus trabajos y conferencias sobre estos temas están recogidos en un volumen titulado Pacifismo, ecología y política alternativa. Por eso extraña que Joan Saura, que conoce todo esto perfectamente, no cite en ningún paso de su artículo sobre la nueva fuerza política ecologista (El País, 26.VII.2001) estos antecedentes. Por lo demás, Sacristán no sólo teorizó sobre estos temas, sino que fue un elemento decisivo en la formación del CANC, una de las primeras, y nada sectarias, organizaciones ecologistas catalanas. Puede pensarse que es un simple despiste o puede señalarse que ahora no tocaba hablar de la historia, pero también otras interpretaciones son posibles. Por ejemplo, que al no hablar de los orígenes no se analicen las trayectorias de cada uno y se olvide el posible oportunismo de algunos (no es el caso de Saura) que se apuntan al tren de Pisuerga simplemente porque pasa por Pisuerga.