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La Mar de Músicas cierra con Óscar D'León una edición que consolida su vocación internacional

40 grupos han participado en el festival, que ha logrado atraer a 58.000 espectadores

Amelia Castilla

Al grito de 'bulla', el venezolano Óscar D'León puso en pie, desde la primera canción (la banda sonora de Misión imposible), al público que abarrotó en la noche del pasado sábado el auditorio del parque Torres de Cartagena. Parecía una escena sacada de Los reyes del mambo. Boleros, rancheras, sones y mucha salsa marcaron una actuación de más de dos horas, que tuvo su punto álgido con la salida al escenario de la embarazadísima Lucrecia. La cantante cubana y D'León interpretaron una peculiar versión de Guantanamera.

Una escuálida mujer africana, vestida de rosa y con una fruta verde entre las manos, obra de Miquel Barceló para el cartel del festival, ha presidido los cinco escenarios (parque Torres, parque de Artillería, catedral antigua, plaza de San Francisco y castillo árabe), donde se han llevado a cabo, a lo largo del mes, 40 actuaciones musicales, en las que han participado 400 músicos llegados hasta Cartagena desde rincones tan dispares como Malí, uno de los países más pobres del mundo.

El gran músico maliense Salif Keita inauguró el 7 de julio el festival con un concierto en el que compaginó los sonidos étnicos con la música de vanguardia. El cantante albino, que presentó algunos de los temas de su nuevo disco, llenó hasta la bandera el auditorio del parque Torres, un marco privilegiado, situado en una de las colinas de la ciudad, desde el que se divisa la bocana del puerto, el teatro romano y la catedral antigua. No fue el único día que la organización colgó el cartel de 'no hay entradas'. Rokia Traoré -hija de un diplomático-, la carioca Fernanda Abreu, Kasse Mady y Taj Mahal -que compartieron un tema- y los gallegos Luar Na Lubre también desbordaron el mismo escenario.

Raíces

'Cada edición supera a la anterior. Nos interesan las raíces musicales que interpretan artistas que están fuera del circuito comercial. En esta ocasión, han tocado músicos que actuaban por primera vez en España, y algunos de ellos traídos para este festival en exclusiva porque no venían de gira. Una gran parte del público ya no selecciona una actuación concreta, sino que viene siempre que puede, porque confía en la calidad que se le ofrece', asegura Francisco Martín, director del festival desde su fundación.

'Las otras expresiones artísticas han ofrecido una panorámica completa del Malí cultural, país invitado en esta edición. La muestra de pintura fue un encargo al artista cartagenero Charris con un tema monográfico sobre ese país; la fotografía ha estado representada por dos fotógrafos malienses, Malick Sibidé y Seydou Keita, y uno español, Antonio Damián; el arte ritual Dogón se expuso en la galería Bambara; en el cine se proyectó la obra maestra Yeelen, del realizador Souleymane Cissé, premiada en Cannes y en Valladolid en 1987, y en literatura se han mantenido dos jornadas de encuentro y debate sobre Hampatê Bâ y la escritura africana en general', añade el director.

Durante 22 días, sin interrupción, hubo música para todos los gustos. Djivan Gasparyan, el músico por excelencia de Armenia, deleitó con el duduk (una pequeña flauta de madera de albaricoque) a unas 200 personas en el marco de la catedral antigua, semidestruida durante la guerra civil. El autor de las bandas sonoras de Gladiator y La casa Rusia llegó a Cartagena para un único concierto en España, tras superar los problemas de tráfico aéreo ocasionados tras la huelga de pilotos, pero su actuación fue uno de los mejores regalos que ha tenido el público fiel a este consagrado festival de músicas del mundo.

La voz de Rinaldi

También tuvo problemas de vuelo Susana Rinaldi, una de las damas del tango. Su voz poderosa estuvo arropada por la Orquesta Sinfónica de Murcia. Arto Tunçboyaciyan y la Armenian Navy Band deleitaron a un público entregado con los sonidos de este músico turco de origen armenio, capaz de fundir en una sola nota los ecos balcánicos con los procedentes de los territorios asiáticos que vierten al mar Negro. Las brasileñas Bebel Gilberto (hija de João Gilberto) y Fernanda Abreu (la reina del pop carioca) dejaron también, cada una en su estilo, su impronta en Cartagena.

Malí, como país invitado, estuvo representado además por la voz purísima de Kasse Mady (el niño que hace llorar). Arropado por los sonidos de la kora (un instrumento de cuerda en el que los malienses destacan en toda África), el n'goni (instrumento que algunos consideran el antecesor del bajo) y el balafón (xilófono africano), Mady interpretó las canciones de su tierra. Junto a su banda, enchufó su guitarra el bluesman Taj Mahal, fusionando el blues con el folclor subsahariano.

La salsa de Óscar D'León fue un anticipo de lo que se avecina el próximo año. Un castillo de fuegos artificiales, mezclado con la música de Rubén Blades y Bob Marley, anunció en la madrugada del domingo el final de este festival bajo los acordes de lo que será La Mar de Músicas 2002, dedicado a las Cartagenas del mundo, y en la que estarán representados Panamá, Jamaica, Colombia, Perú y Túnez.

Óscar D'León y Lucrecia, en la clausura de La Mar de Músicas.
Óscar D'León y Lucrecia, en la clausura de La Mar de Músicas.PEDRO VALEROS

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