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Crítica:FLAMENCO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una siguiriya que vale un concierto

Otra nueva experiencia en esto de las fusiones flamencas. Tampoco me parece que han logrado la cuadratura del círculo. La guitarra de Pepe Habichuela es siempre una extraordinaria guitarra, y la música hindú es la que es, tiene su encanto, pero a los occidentales acaba pareciéndonos monótona.

Hubo un tema realmente portentoso: las siguiriyas que comenzó cantando Guadiana a palo seco, para ir entrando después escalonadamente la guitarra de Pepe Habichuela, el violín de Chandrú y el sitar de Dhirastav, para terminar todos juntos en las bellísimas cabales. Habichuela convierte estas siguiriyas casi en una pieza sinfónica, acelerando sostenidamente los ritmos a la búsqueda de una intensidad dramática presente en todo momento. Ahí el arte de Habichuela y su capacidad creadora brillan a instancias insólitas. Lo mismo que en el toque solitario inicial, esa soleá en que el guitarrista es maestro inapelable.

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Si Habichuela se hubiera mantenido en este tono todo el concierto hubiera sido memorable. Pero el resto fue más convencional. Bien hecho, porque Pepe Habichuela es un excelente músico y hace bien las cosas, pero sin que la emoción llegara a quitarnos el sosiego. Mucho tango y aires afines, una cierta monotonía, algo que a veces se nos antojaba como desgana. Ni siquiera la presencia en un número del patriarca Juan Habichuela con su guitarra logró animar demasiado los espíritus.

A mí me parece que esto que oímos en el Conde Duque sigue sin ser la tan traída y llevada fusión. Y mucho menos deducir de estos sonidos indios y otros semejantes conclusiones de paternidad sobre el arte jondo que son difíciles de fundamentar. Música flamenca y música hindú que caminan juntas y en buena compañía, sí, pero no pretendemos más donde quizás no haya otra cosa. El flamenco lleva un cuarto de milenio enriqueciéndonos el alma, y para ello no ha necesitado apoyos ajenos y, quizás, quizás, traídos por los pelos.

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