Bajo mínimos
Parecía que ya se había inventado todo, especialmente tras el cruce, nunca mejor dicho, de rostros imaginado por John Woo en Cara a cara, cuando hete aquí que alguien ha parido una idea aún más improbable: el doble genético de un asesino (Van Damme) a quien un esforzado, irascible policía (Michael Rooker, el actor de cine criminal más desaprovechado de los últimos años) utilizará... para cazar al asesino en cuestión.
O sea, que si no quieres Van Damme, dos tazas: el único interés de un filme que carece de cualquier otro (y en el supuesto de que éste realmente sea interesante) estriba en saber cómo se enfrentará Van Damme con él mismo. Estulta, previsible hasta la náusea, tan mal dirigida como cabe imaginar en un subproducto de esta clase, su visión debe quedar rigurosamente reducida a amantes del astro belga... y aún.
Babelia
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