Críticas a la gestión del club por las últimas operaciones
En plena jarana por la llegada de Saviola, aparece Rivaldo y agua la fiesta azulgrana, recordando que todavía se le debe el gol de chilena que le marcó al Valencia en el último minuto del último partido de Liga y que le permitió al Barça meterse de rondón en la Liga de Campeones. Con independencia de la inoportunidad de sus reivindicaciones salariales, el brasileño ha incidido en un asunto común que lleva a mal traer a la directiva, y es que a cada operación económica se levanta la sospecha de una mala administración de la entidad.
Rivaldo ha venido a decir que el club no sólo mercadea con su figura, sino que él no ha cobrado lo que se le dijo. Pep Guardiola ha tenido sus más y sus menos con el finiquito. Uli Hoeness, el manager del Bayern Múnich, fue muy expresivo para reflejar los términos en que traspasó a Andersson al Barcelona: "Me sorprendió que para cerrar una operación tan sencilla, necesitaran 17 bancos y una decena de reuniones". Jesús Pereda denunció que los directivos del club habían inflado el precio de Geovanni. La renovación de Kluivert ha sido el cuento de nunca acabar, igual que la negociación para permitir que Pau Gasol aterrice en la NBA, la contratación de Saviola se cerró por presión popular y, ante el coro de aficionados que reclaman a Riquelme, el vicepresidente Joan Castells, dijo: "No hay más dinero para fichajes".
La mayoría de las incorporaciones, por valor de unos 15.000 millones de pesetas, se financiarán a plazos, y las cuentas delatan que la situación económica exige un gran control y una mayor austeridad. El ejercicio anterior se cerró con 1.047 millones de beneficios, saldo que quedó del pase de Figo al Real Madrid, pues los demás números son rojos: el superávit disminuyó un 44% con respecto al anterior y la cuenta de explotación fue muy negativa: 6.269 millones de pesetas.
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