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Reportaje:TOUR 2001 | Jornada de descanso

El campeón inhumano

Armstrong despierta mucha admiración pero poca pasión entre algunos mitos del ciclismo

A Eddy Merckx no le valió con una mano para responder a la pregunta. '¿Que si Armstrong puede ganar cinco Tours como yo?', dijo El Caníbal. Y sacó una mano y contó con los dedos: 'Puede ganar cuatro, cinco , seis, siete... Puede ganar los que quiera. No veo a nadie detrás, alguien que le pueda discutir nada; no en un plazo de tres años'. Lo cuenta con frialdad, el gran Merckx; cuenta los Tours como si fueran alcachofas en un puesto de mercado. Sin emoción. 'Armstrong es el mejor, ¿no? ¿Qué más se puede decir?' Ése es el problema. No se puede decir más.

Lance Armstrong no despierta la verborrea de sus pares; sus hazañas circulan más por el camino de lo sobrenatural que por el humano. Ése es el problema. No baja a la tierra y nadie le comprende. Ni siquiera otros que conocen el amarillo parisino, como Stephen Roche. 'Es un gran campeón; ahora es un año mejor. Pero un auténtico campeón debe ser también una persona fascinante, y echo de menos un Armstrong más humano'. Armstrong, tan calculador como es, ha captado el mensaje y este año, aunque se ha trasladado de Francia a Girona, ha entendido que para sentirse comprendido y amado debía introducir unos gestos que antes obviaba. No sabe qué hacer para caer más simpático. Ahora responde a la televisión francesa en su francés zarrapastroso, intenta acercarse a la gente, sonríe, habla... 'Sí, pero lleva guardaespaldas', matiza Roche.

Armstrong sólo fascina a sus predecesores por sus métodos, por su forma de zanjar en unos pocos minutos una carrera de tres semanas. Por cómo liquida a sus rivales. 'Su molinillo debe ser un ejemplo para todos los ciclistas jóvenes. Es increíble esta fórmula que ha patentado', añade el campeón irlandés. Yo intento decir a los jóvenes que no suban con tanta tranca, pero no me hacen caso'.

Y ni siquiera eso. 'Pero Armstrong no es como los antiguos, que iban con desarrollo ligero', precisa Walter Godefroot, director del Telekom. 'Él combina como nadie antes la ligereza con la potencia'. 'Todo, aunque no lo parezca, es fuerza', explica Jesús Losa, médico del Euskaltel. 'Para desarrollar esa velocidad con los pedales y al mismo tiempo hacer camino, hacerlo con un desarrollo que te permita marcar diferencias, se necesita una fuerza tremenda, un gran entrenamiento de fuerza y de musculación'. No es, pues, un guiño a lo antiguo, sino una revolución.

A Armstrong sólo parecen comprenderle, y amarle, los campeones que menos compasión han levantado. Como Laurent Fignon. 'No sólo es el más fuerte en la montaña, en la contrarreloj... en todos los terrenos. Además, piensa más rápido que el resto', dice el francés, ganador de los Tours del 83 y el 84 y que este año ha mejorado su opinión del americano. Odiaba ver cómo dejaba ganar a Pantani el año pasado y a todo aquel que cayera en gracia a Armstrong. 'Un campeón debe intentar ganar siempre y coger el mayor tiempo posible. Fíjate en mí. Perdí un Tour por ocho segundos'. El danés Bjarne Riis (Tour del 96) también se quita el sombrero: 'Me asombra su motivación. Nunca había visto algo igual. Cada época tiene su propio campeón. No hay nadie capaz de ganarle. Ganará cuantos Tours quiera'. Bernard Hinault (cinco Tours) ve en la voracidad de Armstrong el signo de un campeón. 'El campeón de una época debe demostrar siempre que es el mejor. Debe ganar siempre que pueda'. 'Es mejor que Indurain', añade Manolo Saiz. 'Es más completo: marca las diferencias en las contrarreloj y en la montaña'. Opinión que no comparte el mismo Armstrong, que ayer se ubicó 'un nivel por debajo de Indurain'.

'Es admirable también su capacidad táctica', dice Giancarlo Ferretti, director italiano, viejo zorro del ciclismo. 'Armstrong es el que mejor ve la carrera, el mejor táctico sobre la bicicleta, el que mejor sabe analizar instantáneamente cómo están sus rivales y gestionar su esfuerzo para no dar una pedalada de más. Sin embargo...'. Sin embargo, Armstrong deja frío. 'La gente admira a un ciclista porque sabe que sufre, porque sabe que es capaz de sufrir más que él mismo. Y Armstrong no sufre. O no aparenta sufrir', continúa Ferretti, romántico de la profesión. 'La mirada es fría, apenas abre la boca, parece que no suda... Y tampoco ha sufrido reveses. No ha caído y se ha levantado. Por eso no es completo'.

Merckx es uno de los siete consejeros que rodean a Armstrong. Es, oficialmente, parte de su staff. No parece, sin embargo, formar parte de su club de fans. '¿Le emociona Armstrong cuando ataca en la montaña?', se le pregunta. 'Psss... sí, ¿no?'.

Lance Armstrong, ayer, en la jornada de descanso.
Lance Armstrong, ayer, en la jornada de descanso.ASSOCIATED PRESS

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