Énfasis
Su departamento ganó un espacio en los titulares al anunciar, en plena epidemia de peste porcina, que había decidido llevar a la Fiscalía la información en su poder sobre irregularidades en el comercio de cerdos. Cuatro días después, casi fuera de horario, la consejera de Agricultura, María Ángeles Ramón-Llin, se apresuraba a dar entrada a un documento en las oficinas del fiscal porque este diario comprobó que allí no había llegado información alguna. La anécdota es representativa de la actitud que mantiene el PP en el conjunto de la Administración valenciana. Hacerse un hueco en la prensa, 'dar una imagen', es todo lo que se exige. Si uno les hace caso, cualquier cosa es 'extraordinaria'. Hasta David Serra, un diputado del PP que parece sensato, se prodiga estos días, como portavoz de Cultura de su grupo parlamentario, asegurando que las del Consell son 'apuestas sin precedentes'. A tan enfática concepción de la gestión pública pone el acento tragicómico el consejero de Sanidad, Serafín Castellano, cuando se ofrece para asesorar a su colega murciano en el brote de legionela, dada la experiencia adquirida en Alcoy. La verdad es que en Murcia nos han superado, no sólo en enfermos: allí ya saben, por ejemplo, que la bacteria anidaba en las torres de refrigeración del mismísimo departamento de Sanidad, y aquí todavía desconocemos dónde se infectan los alcoyanos que engrosan la estadística epidemiológica desde hace más de un año. Es consecuente con tal clima de euforia fabricada que el presidente Zaplana se descuelgue afirmando que en el ecuador de la legislatura ha cumplido más del 80% de su programa. A este paso, cuando acabe el mandato, no hará ya maldita falta que siga gobernando. Las más enternecedoras muestras de entusiasmo, sin embargo, las da Consuelo Ciscar, que el jueves ofreció una hilarante contabilidad de espectadores y de 'impactos mediáticos' logrados por esa Bienal de Valencia que, como todo el mundo sabe, es 'el acontecimiento cultural de mayor repercusión en el ámbito nacional e internacional'. Aunque aguerrida, la subsecretaria de Promoción Cultural es sólo una más en un ejército de políticos inexplicablemente convencidos de que el énfasis y el talonario pueden suplantar al conocimiento y el talento.
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