El toque
No sé a ustedes, pero a mí las palabras 'toque de queda', sobre todo juntas y por este orden (nada tengo contra darse un toque en la nariz o hablar con voz queda), me ponen los sobacos de punta. Quizá por mi costumbre de asociarlas a situaciones extremas, tales como guerras y dictaduras. Que Francia, en pleno uso de su democracia y de su paz y con un Gobierno socialista, incorpore a las normas de convivencia este experimento represivo me descabalga bruscamente de tan anacrónica presunción: la tentación del Estado policial ataca a todos los gobernantes sin excepciones. Y constituye una lamentable respuesta, falta de imaginación, a la violencia juvenil que se pretende desarticular con semejante decisión. A estas alturas, los que mandan deberían saber que la espiral violencia-represión-violencia sólo conduce a más de lo mismo. Pero eso es lo que quieren, después de todo.
Cierto que la mencionada disposición ha sido puesta en práctica por iniciativa de los municipios de la derecha, y que es en la Costa Azul, zona de megapijos y de xenófobos, donde se ha empezado a poner en práctica, prohibiendo a los menores de 13 años que circulen solos a partir de las diez de la noche por las zonas elegantes de Niza, Cannes, Antibes y Cagnes sur Mer.
Debo de ser una superviviente nata, porque al poco de reflexionar he visto la parte buena del asunto: si, por mimetismo, la medida se extendiera al vecino principado de Mónaco, tendríamos el alivio de que los hijos de Carolina y Estefanía no circularan en horas nocturnas, y eso, al menos, sería un 50 por ciento de rebaja en la sobredosis acerca de sus andanzas que inunda la prensa del corazón.
Ya puesta pienso, ilusionada, que quizá podría instaurarse el susodicho toque en plazas como Marbella y Palma de Mallorca, pero al revés, dejando que los chicos salgan y obligando a los mayores a irse a la cama, cualquiera que sea su rango y condición. O, sobre todo, cuanto más elevados sean ambos. ¿Y por qué no aplicar la orden a Menorca, para salvarnos de los previsibles soponcios que provocará encontrarse en la vía pública a los Aznar y su corte?
Me estoy entusiasmando con la idea. Debe de ser la Julia García Valdecasas que todas llevamos dentro.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.