Neil Young cierra el Espárrago Rock con un repertorio legendario
El público se entregó a Public Enemy
La edad media de los asistentes al Espárrago Rock subió sensiblemente el pasado domingo con la presencia de Neil Young. En medio de la atmósfera colorista y libertaria que caracteriza al festival, asomaron las canas de los más veteranos seguidores del cantante. Acompañado por su banda de siempre, Crazy Horse, Young no defraudó las expectativas y se mostró en plena forma durante casi dos horas y media de concierto.
La jornada de clausura, pese a ofrecer un programa más equilibrado que las anteriores, sufrió algunos cambios de última hora. Al anuncio de la caída de Los Fabulosos Cadillacs de la agenda, la fiesta del rock se adelantó media hora sobre lo previsto. Ello explica que el rap anglosajón de Fun Lovin' Criminals comenzara, casi sin público, a las siete y media de la tarde.
Sus sucesores en el escenario principal, Asian Dub Foundation, tuvieron más suerte. Músicos londinenses, descendientes de inmigrantes indios, contaron con el beneplácito de los espectadores en un concierto lleno de ritmos excitantes y mensajes contra el racismo y la xenofobia.
Unas formas muy distintas a las de Placebo, el siguiente grupo en intervenir y acaso el más beneficiado por el sonido. Su líder, Brian Molko, explotó su genuina ambigüedad, piropeó al público sin discriminación de sexo y extrajo lo mejor de sus tres discos. A la misma hora, la carpa de Cervezas Alhambra quedaba pequeña para albergar la exhibición de poderío de una leyenda: Public Enemy. Tras una interminable introducción, y escoltados por unos policías-bailarines que blandían katanas al más puro estilo Ghost Dog, las huestes de Chuck D atronaron con su poesía bailable, cocinada en las calles de Nueva York.
Pioneros del 'rap'
Temas como Don't believe the hype y Fight the power fueron coreados como himnos. El público, completamente entregado a estos pioneros del rap, asumía con euforia sus proclamas políticas y hasta algún que otro alegato antiespañol. El enorme reloj atrasado que colgaba del cuello de Flavor Flav parecía dar a entender que el tiempo no pasa por Public Enemy.
Neil Young también parecía tan consciente de haber vivido tiempos mejores como de tener su nombre escrito en la historia del rock. Y, como tal, regaló a su auditorio una batería de suculentos clásicos en detrimento de sus repertorios más recientes. Hombre de pocas palabras, Young había advertido que el formato acústico sería escaso en su intervención, y así fue. Casi de espaldas al público, más concentrado en mantener la buena sintonía con sus compañeros que en posar para el respetable, el cantante descargó piezas míticas como Don't cry no tears, Heart of gold, Hey hey my my, After the gold rush -solo con su órgano-, la redentora Rockin' in the free world y la feroz Like a hurricane.
Completaron la jornada los flamencos Jerito y Capullo de Jerez, el ska de Escorzo y el potente funk de O'Funkillo, entre otros cultivadores de música electrónica. Como sustitutos de Los Fabulosos Cadillacs, actuaron por segundo día los jóvenes jerezanos Delinqüentes. Tampoco asistieron Kiko Veneno ni Raimundo Amador, pese a que estaban anunciados.
Atrás quedaban tres jornadas de música en vivo y acampada que consolidan en el Circuito de Velocidad de Jerez la decana de las fiestas españolas del rock. En la 13ª edición del festival internacional Espárrago, según informó la empresa organizadora, Munster Tourin, se dieron cita unas 20.000 personas diarias. El concierto más multitudinario fue precisamente el de Neil Young en la clausura, con cerca de 12.000 espectadores, que corearon sus canciones, frente a los 10.000 que reunió el californiano Beck el sábado.
Babelia
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