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Crónica:Novena etapa | TOUR 2001
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Tour loco llega a los Alpes

El ruso Ivanov se impone en una etapa de traslado hasta el pie de las montañas

Serguéi Ivanov, un ruso símbolo del Tour del escándalo (1998, equipo TVM), excluido de la ronda el pasado año por su elevado hematocrito, ganó ayer una etapa del Tour de la renovación, de rostro humano, que dicen los optimistas, del Tour sin alma, que proclaman los realistas, del Tour loco, que coinciden todos.

Fue, la etapa que acabó en Aix-les-Bains, una etapa de puro traslado físico bordeando los montes jurásicos, necesaria porque los Alpes no pueden cambiarse de sitio, que sirvió para que el equipo vasco del Euskaltel recuperara algo los colores (David Etxebarria, con su estilo habitual, anduvo fugado con el ruso y con el australiano McGee y acabó segundo) y para que el pelotón reflexionara triste sobre la etapa de la víspera, los 35 minutos de Pontarlier, y asustado sobre la etapa del día siguiente, el Alpe d'Huez que se sube hoy.

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No llovió. No sólo se pensó, se voló: casi 47 de media para los 185 kilómetros entre Pontarlier y Aix-les-Bains. La media general supera los 42 por hora. Todo un récord.

El alma del Tour son las ventanillas bajadas de los coches de los directores. Las conversaciones, los faroles, las mentiras, las negociaciones a voz en grito, los juegos de apariencias, el dontancredismo, la impavidez, el nerviosismo aparente, entre frenazos, chirridos y volantazos. Todos a la vista de todos.

Todo ha desaparecido devorado por la técnica. Ya no existe aquel director ansioso, nervioso porque no entran en acción las fuerzas que desea, que ve que la etapa se le escapa de las manos, que en vez de dar gritos histéricos disimula leyendo el periódico con un rabillo del ojo mientras con el otro observa los movimientos de los demás.

En el Tour 2001 los directores llevan las ventanillas subidas. Tienen aire acondicionado. Hablan por teléfono todo el tiempo. O si no, por la radio interna con los corredores. 'Ya no conozco a ningún director. No se puede hablar con nadie. Yo no entiendo nada', dice Ferretti, del Fassa Bortolo, el único viejo que aún lleva volante. 'O mejor dicho, entiendo que los demás no entienden de ciclismo'. El Tour ha perdido el alma. Y el pelotón perdió 35 minutos camino de Pontarlier. Ningún director fue capaz de negociar. Nadie bajó la ventanilla. Burbujas móviles manejadas por hombres que sólo miran al frente.

Los directores no hablan y los corredores se calan. 'Llegué a meta que no podía cerrar los ojos por el frío. Se me habían medio congelado las pestañas', contaba Santiago Botero, el colombiano del Kelme, que ama el frío, en la salida de ayer. 'Sufrimos más que si hubiéramos ido más deprisa'.

Llueve, hace frío y el pelotón se resiente, ya no es la acorazada robotizada a 52% de hematocrito que supera sin parpadear todos los obstáculos, dicen quienes piensan que el fin de la EPO está cerca y eso se nota. Se corre tan deprisa como en los años EPO, como a finales de los 90, pero los corredores no se recuperan, por eso sufren, por eso se cortan, por eso pierden tiempo. Por eso pasó lo de Pontarlier, insisten los optimistas.

Los corredores llegaron ayer a la meta destrozados. Sin moral. Los gregarios han sufrido la peor primera semana de Tour de los últimos años. Los veteranos recuerdan con nostalgia los años aquellos de sol y llanura. Kilómetros y kilómetros regulados por el Saeco y los sprints de Cipollini. Los jóvenes preguntan si esto es el Tour. No han tenido descanso ni en llano. Se acuerdan de Lieja, de la contrarreloj por equipos, de los abanicos de Verdun, del agua de Pontarlier, de los hoteles que están a dos horas de la meta, de que duermen poco, de que no descansan, de que no tienen grasas que les protejan del frío, de que todos acabarán acatarrados o con dolor de estómago, o con tendinitis. Y piensan que Alpe d'Huez no será una cima, sino el primer día de una semana terrible. La semana decisiva del Tour loco.

El ruso Serguéi Ivanov, triunfador en la meta de Aix-les-Bains.
El ruso Serguéi Ivanov, triunfador en la meta de Aix-les-Bains.ASSOCIATED PRESS

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