El belga Jacques Rogge releva a Samaranch en el COI
El cirujano ortopédico belga, de 59 años, se convierte en el octavo máximo dirigente del organismo olímpico
Jacques Rogge ganó de forma aplastante. El médico cirujano belga, de 59 años, cuidará el olimpismo. Ayer, como se esperaba, se convirtió en el octavo presidente del Comité Olímpico Internacional (COI) y segundo de nacionalidad belga tras su compatriota el conde Henri de Baillet-Latour, mandatario entre 1925 y 1942. Rogge, el candidato preferido por su predecesor, Juan Antonio Samaranch, ocupará el cargo durante ocho años, con la única posibilidad de alargar otros cuatro su mandato. El belga era también el aspirante por el que suspiraban la mayoría de los comités europeos.
Tras doblar ya largamente a sus rivales en la primera votación, en la que quedó eliminada la estadounidense Anita DeFrantz, Jacques Rogge -regatista olímpico en tres juegos y miembro del COI desde 1991- logró la mayoría absoluta en la segunda ronda. El anuncio no fue esta vez en la Sala de Congresos del World Trade Center, donde ayer se clausuró la histórica 112ª Sesión del COI, sino en la Sala de las Columnas, el mismo escenario donde hace 21 años lord Killanin le dio el relevo a Juan Antonio Samaranch.
'Tengo el honor de dar a conocer el nombre del nuevo presidente del COI: Jacques Rogge'. Eran las 12.05 en Moscú. Cuando Samaranch dijo su nombre, estaba poniendo fin a su carrera, pero sabía mucho más que otras veces el resultado. Como le sucedió con la elección de Pekín como sede de 2008, el viernes pasado. En su última asamblea le ha salido todo redondo, porque era lo que más le satisfacía. Al final, tras unos últimos años en que parecía no haber sucesor, Rogge, que veranea desde hace casi 50 años en Cadaqués (Girona) se ha aprovechó de las carencias de los demás hasta el punto de quedarse como única opción.
Ya en la primera votación se acercó a la mayoría absoluta (54 votos), pues se quedó en 46. El surcoreano Un Yong Kim, que ni siquiera fue a la Sala de las Columnas a presenciar su derrota, sumó 21, por 20 del canadiense Richard Pound, 11 del húngaro Pal Schmitt y 9 de la estadounidense Anita DeFrantz. Casi lo esperado. La última historia de Kim y su desmentido de querer pagar a los miembros un millón de pesetas le recortó las últimas alas que le quedaban.
En la segunda y definitiva votación, con los cuatro miembros estadounidenses ya votando, sobre una mayoría de 56, Rogge recogió buena parte de las papeletas de DeFrantz y hasta de los cinco que perdió Schmitt, último con sólo 6. Sumó 59, por 23 de Kim y 22 de Pound. Asunto zanjado. El COI sólo confía en él, un hombre que da una imagen moderna, seria y que habla los tres grandes idiomas a la perfección: inglés, español y francés. Con él Europa sigue mandando en el cerebro del olimpismo como lo hace en las cifras de miembros: más de 50, por una veintena de americanos, otra de asiáticos, una decena de africanos y cinco de Oceanía.
'En las carreras sólo hay un ganador, pero aquí no hay perdedores', dijo Rogge. 'Gracias a Juan Antonio Samaranch, al que vi por primera vez aquí en Moscú, en 1979, cuando yo venía como delegado del equipo belga a las Espartakiadas, un año antes de los Juegos. Un día recibí en mi habitación una invitación para cenar en la Embajada de España y allí nos conocimos'. Rogge quiso recordar en esos momentos a Raoul Mollet, anterior presidente del Comité Olímpico Belga, y su mentor, y dio las gracias a su mujer, Anne, allí presente, 'sin cuya comprensión no habría podido llegar hasta aquí'. Poco después, tras entregar a Samaranch la Orden Olímpica de Honor, al igual que hace días hizo Putin, le levantó el brazo como si de dos ganadores se tratara.
De vuelta a la sesión, aunque aún tenía que ser llevada hasta el final por Samaranch, su primera decisión fue no votar en los nombramientos. El de vicepresidente del ruso Vitaly Smirnov, al que le ha salvado la reunión de Moscú, pues también estuvo salpicado por la corrupción; y dos miembros de la ejecutiva, el griego Lambis Nikolau -en sustitución de Rogge- y el libanés Toni Khuri -preferido al británico Craig Reedie y al francés Guy Drut en otro ejemplo de que las potencias están en baja-. Después, tranquilizó a los miembros diciéndoles que el traspaso de poderes será el viernes, en Lausana, y que hay dos prioridades: el éxito de los Juegos de Invierno de Salt Lake City en febrero de 2002 y una transición eficaz que no los perturbe.
Por la tarde, en una conferencia de prensa conjunta, Samaranch tuvo palabras para el nuevo presidente: 'Es un hombre con personalidad y opinión propia, pero que también sabe trabajar en equipo. Yo le dejaré tranquilo, pero siempre estaré dispuesto a ayudar, como debemos hacerlo todos, porque ha sido una buena elección, es el hombre adecuado. En fin, a partir de ahora ya tengo que decir: 'Juan Antonio Samaranch, ex presidente, a vuestra disposición'.
Por su parte, Rogge reconoció haber recibido una carta de dimisión de sus cargos de Richard Pound, pero dijo haberle pedido que siguiera en su puesto. Y no concretó mucho más, si bien Pound acusó a Samaranch de haber movido los hilos en favor de Rogge. 'No tengo ninguna duda de que eso es lo que ha sucedido', subrayó el candidato canadiense derrotado a los periodistas.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.