Sin sueldo y residente en Lausana
"Estoy cansado, pero contento. Estos 21 años han sido los más apasionantes de mi vida". Así se dirigió a los miembros del COI por última vez como presidente Juan Antonio Samaranch. Tenía un largo discurso preparado, pero lo resumió e incluso se lo saltó. Aparte de dar las gracias a mucha gente y de recibir múltiples regalos, no quiso repetir los logros conseguidos. Tras ensalzar la elección de Pekín se refirió a su básica concepción de la unidad y al último escándalo: "Estamos todos unidos, COI, federaciones internacionales, comités nacionales, atletas, y eso nos da optimismo de que el movimiento olímpico será mucho más fuerte. La tormenta de Salt Lake City nos enseñó dos cosas: lo importantes que somos al tener tanta trascendencia y nos avisó que había llegado el momento de cambiar". Después, ya sin los miembros reunidos, añadió: "Lamento no haber hecho la reforma 10 años antes, pero sin la crisis era muy difícil, imposible". El ex presidente también hizo referencia a su sucesor, al que definió como un hombre "con personalidad y opinión propia, pero que también sabe trabajar en equipo". "Yo le dejaré tranquilo" -agregó Samaranch-, "pero siempre estaré dispuesto a ayudar, porque ha sido una buena elección y es el hombre adecuado".
En la última conferencia de prensa conjunta, el nuevo presidente, Jacques Rogge fue ya casi el único protagonista y confirmó que seguirá la línea de Samaranch: residirá en Lausana y no se pondrá sueldo. Reconoció haber recibido una carta de dimisión de sus cargos de Richard Pound, pero aseguró haberle pedido que siguiera.
A la pregunta de si saldrá adelante la propuesta de reanudar las visitas de los miembros a las ciudades, afirmó: "Haré una comisión de reformas en 2002 para reexaminar las hechas en 2000 y entonces veremos".
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