Pekín afronta una de sus mayores transformaciones de la historia

El de 2008 será un nuevo Pekín. Así lo prometía su candidatura: Nuevo Pekín, Grandes Juegos. Al contrario que en París y en Toronto, está casi todo por hacer, pero el Gobierno chino se ha comprometido a emprender un enorme esfuerzo constructor que supondrá tal vez la mayor transformación de esta ciudad de 12 millones de habitantes en sus 3.000 años de historia. El plan consiste en invertir 2.000 millones de dólares (unos 390.000 millones de pesetas) en la nueva villa olímpica (capaz de alojar a casi 18.000 personas) y otras instalaciones, como un colosal estadio para 80.000 espectadores y un centro para la natación. Otros 3.700 millones se destinarán a mejorar el tráfico, triplicando la red de autopistas y cuadriplicando la de metro con cinco nuevas líneas. Es probable, incluso, que se levanten las dos torres más altas del mundo, en un faraónico centro comercial.

Unos 12.000 millones más se invertirán en proyectos que deben regenerar el castigado medio ambiente, desde el cierre o traslado de unas 200 fábricas ubicadas en el centro a la extensión del uso del gas natural en el transporte urbano (90% de los autobuses y 70% de los taxis para el 2007), el reciclaje de los desechos o el uso de energías alternativas, desde la eólica a la solar o la geotérmica. Se plantarán decenas de miles de árboles para crear un bosque olímpico que resulte un nuevo pulmón de la capital china.

Será un cambio colosal, tal vez incluso de mayor magnitud que el emprendido cuando Mao Zedong se hizo con el poder hace más de medio siglo. Significará un enorme flujo financiero, la participación de numerosas empresas extranjeras y la creación de decenas de miles de empleos. Se pretende que haya un cambio social, y que la mitad de la población de Pekín hable al menos 200 frases en inglés cuando comiencen los Juegos. Unas 80.000 personas velarán por la seguridad, 50.000 de ellas voluntarias.