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"¡Esto es indignante, vergonzoso!"

Un breve párrafo de la nota que distribuyó ayer Iberia en el aeropuerto de Barajas bastó para quebrar la ilusión un millar largo de turistas, que anoche se disponía a viajar en cinco vuelos intercontinentales. Sorprendidos por la repentina decisión de Iberia, 1.150 viajeros tuvieron que asumir frustrados la obligación de prolongar su estancia en Madrid. Sólo en Barcelona se prevía que la paralización de los vuelos de Iberia afectara hoy a 25.000 pasajeros.

"Ante las dificultades por las que atraviesa la compañía en el área de operaciones de vuelo, y con el fin de garantizar la normalidad y calidad en el servicio de vuelo, Iberia ha tomado la decisión de proceder a la suspensión de sus vuelos", decía el comunicado distribuido en Barajas.

"A nosotros nos ha pillado tan de sorpresa como a ellos", se justificaba un empleado del aeropuerto mientras al otro lado del mostrador se iban agolpando los turistas afectados. La dirección de la compañía anunció la medida cerca de las nueve de la noche, pero hasta las 23:30 no se anunció la suspensión de los vuelos en las pantallas del areopuerto.

Pronto se formó una larga cola en el mostrador de información en las terminales de internacional y nacional a la espera de conseguir la devolución del dinero de sus pasajes o de ser reubicados en vuelos de otras compañías. Numeroso personal de Iberia atendía desbordado a las preguntas de los viajeros, aunque la respuesta era casi siempre la misma: "En estos momentos tan sólo les podemos decir que se está manteniendo una reunión urgente y que la solución depende del Gobierno".

Los gritos de "¡Vergonzoso!" o "¡Esto es indignante!" se sucedían cada vez con más frecuencia. Las sospechas de que ayer no iban a volar eran evidentes, sobre todo entre los pasajeros españoles.

A la frustración de los turistas al inicio de sus vacaciones con salida o destino en España se sumó la irritación de numerosas personas que habían concluido su jornada de trabajo en Madrid y se disponían a regresar a sus casas.

En algunos casos había viajeros que optaban directamente por adquirir billetes nuevos. Se sentían respaldados en su decisión por el compromiso escrito de Iberia de devolverles el dinero. Pero eran minoría. Tampoco fueron muchos los afortunados que lograron ser recolocados en otros vuelos. Los viajeros eran ya plenamente consciente de que se tenían que quedar a dormir. Ello provocó de nuevo escenas de confusión, ya que la descordinación entre los mostradores de información hacía que numerosos pasajeros tuvieran que realizar en ocasiones más de una cola para ser informados. De esto se quejaba un turista brasileño: "Me gusta volar con Iberia, pero esto es exagerado". "Habría que regular el derecho de huelga y asegurarse de informar mejor a los pasajeros", afirmaba otro afectado.

A última hora, numerosos autocares empezaron a aguardar a los turistas, para llevarlos hasta los hoteles que Iberia reservó anoche para ellos. "A ver, los de Santiago de Chile por aquí", gritaba el personal de AENA frente a uno de los autocares. Los taxis fueron copados por la compañía para uso exclusivo de sus viajeros durante horas. Los turistas se marchaban cansados a dormir, con el único compromiso de que quizá hoy viernes pudieran volar a su destino. Pero la evacuación tampoco resultaba fácil, tal como ya insinuaba que podía pasar el comunicado de Iberia: "Se están efectuando reservas de plazas hoteleras dentro de las limitaciones propias de la temporada". Limitaciones que Iberia trató de soslayar como pudo, reservando incluso los taxis disponibles para el traslado de sus pasajeros.

En Barcelona, donde muchos de los frustrados pasajeros optaron por quedarse a dormir en el aeropuerto, la malagueña Verónica Fuentes estaba convencida de que nunca llegaría a Egipto. Su vuelo del martes pasado Málaga-Barcelona, donde hacía escala, fue cancelado por Iberia sin avisar por la huelga de pilotos. Aterrizó ayer en la capital catalana, donde la compañía le había dicho que tenía una reserva para volar a El Cairo con Egipt Air. No existía.

Fuentes es uno de los dos centenares pasajeros con cara de malas pulgas, que hacia la media noche de ayer se agolpaban en cuatro filas frente a las ventanillas de Iberia, en el aeropuerto de Barcelona. No todos albergaban la esperanza de ser reubicados en aviones de otras compañías o de recuperar el dinero.

Ruta Quetzal

La paralización de los vuelos de Iberia no sólo afectó a viajeros que debían salir desde España,también a muchos otros que tenían que viajar hacia el país. Los 350 jóvenes menores de 16 años de la Ruta Quetzal se quedaron en tierra en la playa de Salango, en Ecuador, sin agua para ducharse y en tiendas de campaña. La ruta, que dirige Miguel de la Quadra-Salcedo está patrocinada por el BBVA, accionista de Iberia.

El grupo de jóvenes que partió hace un mes desde Madrid debía volver a más tardar el próximo lunes. La compañía aérea les ofreció trasladarlos en grupos de 10 a través de otras compañías pero, al ser los jóvenes menores de edad, los organizadores se negaron a la propuesta. Lo último que la empresa les dijo o es que no podríann regresar hasta el próximo miércoles 18.

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