El retrato oval

El 27 de junio, con celo digno de mejor causa y un fanatismo que un anglosajón, con la anuencia retruecanista de Cabrera Infante, calificaría de bigotism, Luis Manuel Ruiz se agarró a los bigotes de Poe para, desde las páginas de este diario, tomar impulso y dar un puntapié en la espinilla a la recién abierta Casa del Libro sevillana.

Decía Ruiz, 'buen amante de Poe', que el retrato que en la escalera de la librería representaba al autor de El cuervo era espurio, y que en realidad -él barruntaba- debía de corresponder a 'un pariente joven de Melville o Hawthorne'. Pues bien, lo cierto es que a todos los demás que amamos a Poe nos sorprendió ver, nada más colgarlo, ese cuadro que habíamos encargado sin verlo y con el que no identificábamos al autor de El retrato oval o de ese inquietante relato sobre otros parecidos que es William Wilson. Pero no teníamos la certeza de que no fuera Poe, pues con humildad uno está dispuesto a reconocer que no conoce todos y cada uno de los retratos de Edgar Poe, ya sean éstos de artistas excelsos o deplorables. Sin ir más lejos, y como sabrá Ruiz, la iconografía de Shakespeare es tan irregular como apócrifa, y la de Poe, aureolado por la leyenda, podría no ser menos. Además, tal vez no sea ocioso precisar que la imagen en cuestión, como lógicamente sucede en el caso de Shakespeare, es una pintura y no una fotografía, con lo que el margen de variación es mayor.

La invectiva de Ruiz ha servido para que comprobemos que, efectivamente, el cuadro no representa a Poe, sino al propio Hawthorne (a él mismo, no a un joven pariente suyo, amigo Ruiz), y que el óleo es obra de Emanuel Gottlieb Leutze y se conserva en la National Portrait Gallery de la estadounidense Smithsonian Institution. Por cierto, que en la página de Internet de esta prestigiosa institución se ha deslizado una errata y se presenta al creador de La letra escarlata como 'Howthorne'.

¿Descalificaría Luis Manuel Ruiz los museos y galerías todos de la Smithsonian por una errata o gazapo, como lo ha hecho con la Casa del Libro? ¿Verá tras sus magníficas colecciones sólo hamburguesas, y refrescos de cola, y cowboys circenses, como en nosotros los topicazos de siempre y una Sevilla de los Álvarez Quintero, y olé, incapaz de abrirse a la alta literatura que Poe Encarna?