Toronto y el 'síndrome Montreal'
El histórico déficit de 1976 perjudica a la candidatura canadiense
Los Juegos de Montreal 76 pasaron a la historia de la leyenda deportiva por las exhibiciones de Nadia Comaneci, la niña gimnasta que encantó al mundo, o por hazañas como el insólito doble triunfo del atleta cubano Alberto Juantorena en 400 y 800 metros. Con ellas se tapó el primer gran boicoteo de la historia llevado a cabo por los países africanos en protesta por la participación de Nueva Zelanda, cuya selección de rugby, los All Blacks, efectuaba una gira en aquellos momentos por la Suráfrica aún del apartheid. Pero en cuanto terminaron las competiciones empezó el calvario para la ciudad, que tardaría muchos años en pagar el déficit económico de los Juegos. Ello retrajo incluso a muchas ciudades a presentarse como candidatas y sólo el éxito económico de Los Ángeles 84 enderezó el rumbo. Han pasado 25 años y Canadá sigue pagando el fracaso. La comisión de evaluación del COI salvó a Toronto, la ciudad a orillas del lago Ontario, más arriba del río San Lorenzo que Montreal, e incluso opinó que 'podría organizar unos Juegos excelentes', como Pekín y París. Pero volvió a poner la incógnita en la financiación.
Al menos tiene otra oportunidad, cosa que parece descartada para Osaka, en su primera presencia, y Estambul, insaciable repetidora de suspensos.
A favor. Un gran apoyo del Gobierno y del sector privado para una candidatura definida como 'muy compacta' por la comisión de evaluación. Casi todas las instalaciones se distribuyen en la zona cercana al lago.
En contra. 'La principal dificultad es saber si la alianza entre el sector privado y el gubernamental permitirá llevar adelante las obras de las instalaciones proyectadas a orillas del lago, así como de la Villa Olímpica'. La frase de la comisión de evaluación resultó un mazazo para la candidatura, aunque a continuación se mostrara 'convencida de que se puede hacer'. Por ello, al tener ya una desventaja, no le favorecen tampoco los traspiés de su alcalde, Mel Lastman, el último con connotaciones racistas en una visita a Kenia.
En todo caso, el problema de Toronto, aparte del económico, es ser siempre el tercero en discordia en las batallas que ganan otros. Ahora tiene dos muros delante, Pekín y París, pero en Tokio, en 1990, para la elección de los Juegos de 1996, sólo tenía uno. Todo el mundo esperaba el triunfo de Atenas y se le coló Atlanta (por 51-35). Pero también a Toronto, que quedó eliminado en la cuarta y penúltima votación, con 22 sufragios, cuando la ciudad estadounidense empezaba a adelantar a Atenas (34-30), recogiendo los votos de las primeras candidatas eliminadas: Belgrado, Manchester y Melbourne. Atenas, para mayor sorpresa de entonces, había empezado ganando: 23-19, 23-20 y ya fue elcanzada en la tercera votación: 26-26. Los miembros del COI confiaron más en el gigante Estados Unidos que en Canadá -de nuevo, el recuerdo de Montreal- y luego tuvieron que arrepentirse de una organización privada con enormes fallos. Ahora, sólo con descartes imprevistos y miedo a los grandes podría haber sorpresa. El COI se ha modernizado, pero no todos sus miembros, los que votan y deciden.
A favor. Japón siempre parece una garantía de organización, pese a los últimos años de recesión económica. El proyecto resulta muy atractivo y futurista. Osaka es la tercera ciudad del país y ya posee, como el resto del país, algunas de las mejores instalaciones del mundo. Dada la particular rareza del terreno en Japón, la idea del proyecto, denominado Paraíso del Deporte, contempla la construcción de varias instalaciones claves, como el estadio y las villas olímpicas en islas ganadas al mar.
En contra. El costo de los Juegos sería enorme y las repercusiones financieras para la ciudad a causa de las inversiones en infraestructuras, aparte ya de las instalaciones, 'suscitan inquietudes' en la comisión de evaluación, que concluyó: 'No creemos que este problema pueda ser solucionado de forma satisfactoria'. Incluso señaló que el tráfico para acceder a las islas podría colapsarse. Osaka ya tuvo que renunciar a aspirar a los Juegos de 2004 a causa de un terremoto. Entonces habría tenido alguna oportunidad más, sin Pekín. También se ha quejado de no tener un mayor apoyo gubernamental.
A favor. Ofrece siempre el abrazo de dos continentes, Europa y Asia, y una ley olímpica, única en el mundo, que garantiza estatalmente la financiación. Esta vez, con enemigos menos potentes que para 2004, no fue eliminada en la criba previa y está en la final, pero es una mejoría inútil.
En contra. La comisión de evaluación no cree en la financiación, aunque haya ley, y fue demoledora: 'Pese a algunas instalaciones nuevas, no creemos que la planificación compleja que requieren unos Juegos Olímpicos haya sido totalmente tomada en consideración'. La comisión tampoco entró, como con Pekín, en cuestiones políticas, pero ése también es uno de sus puntos negativos perennes. La seguridad, y era sólo ciudadana, hundió también a Ciudad del Cabo para 2004, pese a la presencia y el apoyo de Nelson Mandela en Lausana.
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