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Vida normal durante la semana y desenfreno al llegar el sábado

'Los jóvenes viven las mismas contradicciones que los adultos, en una realidad social nueva con unos recursos nuevos', sentencia Roberto San Salvador del Valle, director del Instituto de Estudios del Ocio de la Universidad de Deusto. Destaca que los dos grandes hitos que han marcado los cambios en los jóvenes son el uso en casa de las innovaciones tecnológicas y audiovisuales y el ocio que desarrollan en la calle. 'El desplazamiento hacia la noche ha conllevado a su vez otras variantes. La fisonomía del espacio y la forma de consumir ha cambiado. Antes, los jóvenes se sentaban alrededor de una mesa, y charlaban y bebían. Ahora, lo hacen de pie y, claro consumen mucho más rápido. Además, a las drogas tradicionales se han ido incorporando otras y muchas generan agresividad'. El tiempo de la semana y el del fin de semana están radicalmente separados. Son dos mundos diferentes, dice.

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Y parece verdad. La mayoría de los jóvenes que permanecen de fiesta más de 24 horas sin interrupción de sábado a domingo desarrollan una actividad 'absolutamente normal' el resto del tiempo. Así lo aseguran agentes de la Ertzaintza bregados en seguridad ciudadana. 'Los chavales de 14 años compran bebidas alcohólicas de todo tipo en el supermercado y se emborrachan en la calle. Muchos fuman porros', señala un ertzaina.

Los que salen todo el fin de semana suelen tener entre 19 y 20 años y más. Compran 20 ó 30 pastillas, que llaman mitsubishi, el sábado por la tarde y les dura hasta un día después. 'Las guardan en un botecito de los de rollos de fotos. Van a locales, discotecas, que no suelen estar en los cascos urbanos y que tienen servicios de seguridad muy agresivos. Las peleas suelen ser frecuentes. Por cualquier bobada puede estallar la pelea', añade el agente.

Desconcierto paterno

Este cambio en los hábitos de ocio de los jóvenes causa, según los expertos, una gran inquietud y desconcierto en sus padres, que no saben qué actitud tomar. Los padres no son máquinas, son personas con miedo a no hacerlo bien, señala María Ángeles Becerro, médico terapeuta que trabaja con padres. 'No se lleva ser autoritario pero la permisividad tampoco funciona. A menudo no saben cómo actuar. Ahora, en verano, en fiestas, resulta que dejan salir a sus hijos de 14 años hasta las cinco de la madrugada, pero les protegen y se organizan para ir a buscarles. Si les dejan, que sea con todas las consecuencias. Lo que no sé es si es bueno es permitir a un chaval que esté hasta esa hora fuera de casa sin ningún control', añade.

Cuando sucede algún hecho dramático, la reacción paterna suele ser de perplejidad, de no ceptación e incluso de escapismo ante la responsabilidad contraída por su permisibidad. 'A cualquier padre y madre les puede pasar lo mismo. ¿Es que nadie se da cuenta de eso?', inquiría dolido, el pasado miércoles, el familiar de uno de los jóvenes implicados en la agresión mortal a David Vázquez.

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