Eric Rohmer revisa la Revolución Francesa
'L'anglais et le duc' es la primera película que el realizador rueda en vídeo digital
Entre las películas rechazadas por el comité de selección del festival de Cannes figuran dos títulos franceses que cuestionan la validez de los criterios rectores de dicho organismo. Se trata de Le fabuleux destin d'Amelie Poulain, comedia de enorme éxito popular, y de L'anglaise et le duc, el último filme del octogenario Eric Rohmer. Parece que si el primero no fue apreciado por su tono demasiado ligero, el segundo fue rechazado porque defiende puntos de vista abiertamente conservadores, por no decir reaccionarios, a la hora de evocar la Revolución Francesa, acontecimiento intocable para la República gala en tanto que es origen de su propia legitimidad.
La película de Rohmer se basa en las memorias de Grace Elliott, una británica que fue amante del duque de Orléans y que vivió en París el periodo llamado del terror -de 1792 a 1796-, que supuso el imperio de la guillotina y, sobre todo, el derecho a proceder a decapitar personas a partir de su simple identidad social. Grace Elliott, que simpatizaba con la idea de democratizar la monarquía y proponía como modelo el adoptado por los británicos desde la segunda mitad del XVII, expresaba su desacuerdo y disgusto ante lo que ella define como 'crímenes del populacho'.
La Revolución Francesa, que ha sido a menudo abordada por el cine, se ha visto sumergida por la iconografía monárquica cuando se ha tratado de producciones estadounidenses o británicas, mientras que se ha beneficiado de una imagen muy positiva cuando los cineastas han sido franceses. La imagen canónica, para nuestros vecinos, es la creada por Jean Renoir. En sus filmes el pueblo es honesto y tranquilo, su violencia está justificada y sólo se produce en último extremo. Rohmer, de la mano de Grace Elliott, coincide con el historiador François Furet, que hace ya veinte años propuso revisar los supuestos efectos benéficos de la Revolución considerando que los años de guerra civil supusieron un freno al progreso económico y social que conocía la Francia de Luis XVI.
'Me han reprochado a menudo hacer películas muy dialogadas', explica Rohmer en Cahiers du Cinéma, 'pero yo me siento cineasta del periodo mudo. Si L'anglaise et le duc prueba que soy un director de cine mudo, mejor que mejor'.
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