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Arafat detiene a los colaboracionistas palestinos que facilitan la guerra sucia

La orden de reforzar la guerra secreta fue adoptada en una reunión del Gabinete de Seguridad israelí celebrada ayer por la mañana en Jerusalén, a la que asistieron 13 personas, entre ministros, responsables del Ejército y de los servicios secretos, presididos por Sharon. El equipo de seguridad, tras cuatro horas de discusión, dio luz verde al Ejército para proseguir con las 'ejecuciones selectivas' de los líderes de la Intifada y ampliar su campo de acción; no sólo se abatirá a aquellos que traten de llevar a cabo un atentado, sino también a todos los activistas que supongan una amenaza para Israel.

La lista inicial, compuesta por 26 blancos, quedaba de esta manera ampliada hasta el infinito, a pesar de las quejas y denuncias de la comunidad internacional, incluido Estados Unidos, que ha pedido en reiteradas ocasiones a Israel el fin de estas operaciones.

Pocas horas después de que el Gobierno de Sharon decidiera reforzar su guerra sucia, era herido gravemente en el centro de Hebrón un destacado dirigente de Al Fatah, Hazem al Natche, de 21 años, responsable de los tanzim locales. El muchacho fue herido por disparos en el vientre y en la espalda. Un portavoz del Ejército reconoció que cerca del lugar de los hechos se encontraban miembros de un comando especial, disfrazados de árabes (mustarabim), aunque aseguró que su misión había sido únicamente la de observar, no la de disparar.

'Sería mucho más fácil para Arafat detenerlos, pero si no lo hace tenemos que llevar a término acciones de autodefensa', aseguró un portavoz del Gobierno israelí, reconociendo que estas acciones van dirigidas contra los responsables de los movimientos radicales a los que la Autoridad Nacional Palestina se niega a detener.

Arafat trata de buscar un antídoto eficaz contra estas ejecuciones sumarias. Para empezar, ha dado orden a sus fuerzas de detener a todos los colaboracionistas y confidentes de Israel, incluidos aquellos que fueron indultados por los Acuerdos de Oslo. Con esta medida, la Autoridad Palestina trata de impedir que los servicios secretos israelíes sigan utilizando a sus agentes para obtener información sobre sus 'objetivos'.

Se desconoce exactamente el número de colaboracionistas detenidos hasta ahora, pero las organizaciones internacionales aseguran que más de la mitad de los reclusos de las cárceles palestinas son actualmente presuntos colaboracionistas. La mayoría de estos reclusos se encuentran encarcelados en virtud de una orden administrativa, sin acusación y sin derecho a una defensa legal; nadie quiere hacerse cargo de su protección.

'La indefensión de estos supuestos colaboracionistas es total. Ni siquiera las organizaciones de defensa de los derechos humanos palestinas quieren mojarse por ellos', afirma un observador de la Cruz Roja, encargado de la visita y supervisión de las cárceles palestinas. La prisión de máxima seguridad de Al Saraya, en Gaza, que quedó vacía al principio de la Intifada, al liberarse a los dirigentes integristas, está ahora llena de confidentes de Israel.

El Ministerio de Justicia israelí ha denunciado en un informe que entre los colaboracionistas detenidos por los palestinos se encuentran al menos 32 árabes israelíes que fueron detenidos o secuestrados al entrar en los territorios autónomos para visitar a familiares, amigos o simplemente por cuestiones comerciales.

Movilización y atentados

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