Un circo en la universidad
El Gran Fele estrena su último espectáculo, 'La Halca', en la Menéndez y Pelayo de Santander
Al hojear el casting del actual Circo Gran Fele se tiene la impresión de que Rafael Pla, fundador, jefe de pista y director de la compañía, ha sucumbido a una repentina pasión por el pseudónimo, tal es el cosmopolitismo de nombres como Dimitri Alvandian, Sydon Mwagurumbe o Elena Moiseeva. Nada más lejos de la realidad, sin embargo, ya que, como se apresura a explicar este continuador de una larga saga familiar de estirpe circense, 'los nombres son auténticos, y el misterio reside en un viaje que hice a Cuba para trabajar con la Empresa Nacional del Circo, donde solicité que uno de sus maestros pasara con nosotros una temporada en Valencia'. La compañía consiguió así la colaboración inicial de Yuri Abel Díaz -'con el que el nivel del grupo ha dado un salto de gigante'-, a la que siguieron otras incorporaciones procedentes de otros países. 'El resultado', añade Pla, 'es un cosmopolitismo que nos beneficia, porque los cubanos, además de tener nombres rusos en muchos casos, vienen de la gran tradición del circo ruso, al que añaden un cierto toque cálido'.
No es el exotismo nominativo la única novedad del Gran Fele, ya que en su último espectáculo incorpora por primera vez una temática de origen más o menos oriental. 'Sí', apunta Rafa, 'aunque para nosotros son más importantes las imágenes que el argumento. Hacemos un circo de origen teatral en el que se relatan ciertos episodios. Aquí nos hemos basado en la historia de una mujer suiza de principios del siglo pasado que dejó todo para dedicarse a recorrer el norte de Africa'. Ese hilo conductor será, no obstante, muy tenue, más bien pretexto para el espectáculo que otra cosa, y lo que interesaba a Rafael Pla de esa historia es que se producía en un momento en que había varios circos españoles en gira casi permanente por diversos países de esa región africana, así que le sirve también en cierto modo de homenaje a los colegas que le precedieron.
La Halca, que se define como reunión de varias personas alrededor de un acontecimiento, y cuya expresión más cabal consiste en los corros itinerantes de gentes que se forman en espacios como la plaza de Xmáa el Fná, en Marrakech, en torno a cualquier suceso, 'es también', para Rafael Pla, 'en cierto modo como el espacio mismo del circo, y lo que proponemos es un viaje, un recorrido por diversos espacios en los que suceden cosas diferentes y a veces maravillosas y sorprendentes, invitando al espectador a que realice su propio viaje, que en buena parte está sustentado en la numerología árabe'. Todo ello echando mano de los encantamientos propios del circo a fin de que el espectáculo encuentre en la mirada de los espectadores el camino para su fascinación al hilo de un torrente de sensaciones.
Números de payasos -el excéntrico y el augusto, claro, 'pero no', matiza Pla, 'a la manera de los espacios televisivos, sino respetando esa tradición tan seria y que tanto le gustaba a Fellini'-, trapecistas, jongleur, alambre, equilibrios de fuerza, cuerdas vertical y volante y otros atributos del circo clásico en una creación 'que se dirige, añadirá Rafa, 'a todo tipo de público, pero no en el sentido habitual de que es para niños acompañados. En realidad, el auténtico circo, no el que se hundió en España hacia los años 60 al incorporar elementos ajenos procedentes de programas televisivos, nunca ha sido un espectáculo específicamente infantil, y en Alemania, por ejemplo, funcionan compañías de circo en programación regular durante todo el año, siendo, después del fútbol, la segunda actividad del espectáculo de mayor recaudación'.
La Halca se estrena en la Menéndez y Pelayo de Santander el día 5 de julio y estará en Valencia el día 9, en los Viveros, antes de salir de gira. Entre actuación y actuación, Rafael Pla sueña con un proyecto que va a ofrecer al Ayuntamiento de Valencia: la puesta en marcha de una Escuela de Circo, inexistente hasta ahora en nuestro entorno, que produciría espectáculos con sus sucesivas promociones. Un sueño necesario para que el circo recupere el prestigio que le convirtió en el más fabuloso espectáculo del mundo.
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