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Crónica
Texto informativo con interpretación

El Celta desquicia al Barça

El equipo azulgrana fue incapaz de ganar en la despedida de Guardiola y cerró su negra temporada ante un rival superior

Ramon Besa

Atrapado por el tono de despedida que tuvo la jornada, el Camp Nou cerró la puerta a la que el Celta salió del estadio y puso el cartel de hasta la temporada que viene si Dios quiere, pues, de no ser indulgente, bien podría decretar un año sabático. El equipo nunca pudo sobreponerse a la sensación de que en juego estaba el último partido más que una plaza para la final de Copa, un torneo que en su día permitió al Barcelona efectuar grandes gestas hasta convertirse en el club que más veces lo ha ganado.

Fue la despedida de Guardiola, y con el capitán se retiró también el equipo, aunque fuera de mala manera, de forma furtiva casi, como quien no quiere la cosa o bien pretende que se acabe de una puñetera vez por tan manida y mal llevada como ha sido. Un mal final para un futbolista de su grandeza y para el club. Por no saber, el Barça no ha sabido este año ni decirle adiós a Guardiola, síntoma de lo mal que van las cosas por el Camp Nou.

BARCELONA 1| CELTA 1

Barcelona: Dutruel; Reiziger, Frank De Boer, Sergi; Guardiola; Gabri, Xavi (Iván de la Peña, m.53), Zenden (Cocu, m.49); Simão (Alfonso, m.65), Kluivert y Overmars. Celta: Cavallero; Coira, Berizzo, Yago, Juanfran; Jayo, Giovanella; Karpin (McCarthy, m.82), Mostovoi, Jesuli; y Catanha (Edu, m.59). Goles: 0-1. M.2. Falta que lanza Mostovoi para Berizzo que remata de cabeza. 1-1. M.4. Kluivert aprovecha de un despiste de Yago tras una cesión atrás de Berizzo. Árbitro: Fernández Marín. Expulsó a Jesuli (m.85) y mostró tarjeta amarilla a Guardiola, Giovanella, Sergi, Yago, Alfonso, Berizzo, Cavallero, Cocu y Gabri en dos ocasiones por lo que también lo expulsó (m.92). Unos 65.000 espectadores en el Camp Nou. El Celta elimina al Barça por un global de 4-2 y jugará la final de la Copa contra el Zaragoza el próximo sábado en Sevilla.

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Falto de juego y bajo de ánimo, el Barcelona expiró al fin después de un curso enfermizo frente a un Celta más vivo y mejor puesto, tal y como auguraban los nostradamus azulgrana, tan hartos del ejercicio como el propio equipo. No estaba el Barcelona para empresas que demandan un plus de competitividad, de orgullo y de compromiso, y también de fútbol, como era el caso de la de anoche en el estadio. El Celta poco tuvo que decir en el asunto. Viajaba con dos goles de renta y, nada más empezar se encontró con un tercero y un árbitro que, bien o mal, parecía dispuesto a pitar, cosa que no ocurrió en Balaídos en un choque de ida marcado por las rencillas entre dos equipos muy vistos y, consecuentemente, con muchas cuentas pendientes.

No es que el Barcelona no pusiera interés en la faena. Le turbó precisamente su exesiva laboriosidad y ansiedad y le perdió la ausencia de clarividencia, de pulso, de tino. Rexach cargó demasiado la banda izquierda (Sergi-Zenden-Overmars) y se rajó de mala manera en la divisoria por dar entrada a Xavi en calidad de media punta. El alocamiento de Zenden disparó al colectivo en la misma proporción que el criterio de Xavi lo frenó. Entre uno y otro, únicamente apareció Kluivert, que ofició el primer cuarto de hora como si no hubiera nadie más en el campo. El ariete defendió mal un libre indirecto que Berizzo cabeceó a la red y, acto seguido, metió la pierna en un malentendido entre Cavallero y Yago que restableció el empate.

Los dos goles expresaron fielmente la mala defensa de unos los azulgrana, y la zaga improvisada de los otros, los celestes, una circunstancia que, en cualquier caso, no sirvió para que se ganaran posiciones de ataque en ninguna área. Visto que el partido no aclaraba, a Rexach no le quedó otro remedio que recurrir a Lo Pelat para crear un cierto suspense. Iván de la Peña reactivó a la hinchada y puso firmes al Celta, pero poco pudo hacer por su equipo, muy lento, siempre previsible, demasiado accesible para cualquier rival, y más para el equipo gallego, que se ha puesto entre ceja y ceja que esta tiene que ser su Copa una vez que no ha sido su Liga.

El Barcelona fue perdiendo el sitio de mala manera y el partido se durmió hasta tal punto que en la grada del gol norte, la que ocupan los Boixos Nois, se sacaron los petardos sobrantes de la verbena de Sant Joan ante las narices de la directiva, que nada tiene que decir a cuanto ocurre en el estadio. El Barcelona se entregó en el momento en que Guardiola remató al larguero un libre directo. Ya no hubo más partido ni más distracción que la expulsión de Jesuli, que se marchó llorando, expulsado, sin posibilidad de jugar esta final de Copa que el Celta tan bien se ha trabajado, tanto por lo civil como por lo criminal, como diría Luis Aragonés. El desconcierto azulgrana, mientras, llegó al extremo de que un grupo de hinchas se levantaron y pidieron a Gaspart que, puestos a irse Guardiola y el equipo, también podía largarse el presidente. La temporada concluyó con una imagen para la posteridad, el equipo entero subió a hombros a un emocionado Guardiola al que rindió su último tributo el público del Camp Nou.

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Sobre la firma

Ramon Besa
Redactor jefe de deportes en Barcelona. Licenciado en periodismo, doctor honoris causa por la Universitat de Vic y profesor de Blanquerna. Colaborador de la Cadena Ser y de Catalunya Ràdio. Anteriormente trabajó en El 9 Nou y el diari Avui. Medalla de bronce al mérito deportivo junto con José Sámano en 2013. Premio Vázquez Montalbán.

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