Política de museos

El alcalde de Barcelona sueña con nuevos centros comerciales, grandes edificios que compitan con las torres de la Sagrada Familia y festejos cosmopolitas que resuciten el 'espíritu del 92'. Al mismo tiempo, la política museística es un completo desastre que el mecenazgo privado trata de paliar. Mientras que a los museos de Arte Moderno y Textil les aguarda un futuro incierto, a la lista de museos privados, tras el Egipcio y la colección Godia, se añade ahora la casa-taller Durancamps.

Gracias a la iniciativa conjunta de la hija de Rafael Durancamps y de la Fundación Banc de Sabadell, Barcelona vuelve a tener una casa-museo en la que las obras del artista se exponen en un ambiente que recrea su taller y algunas habitaciones de su casa. Es un tipo de museo común en otras ciudades europeas y que, frente a la masificación de los grandes museos, resulta muy interesante desde el punto de vista pedagógico.

También en la casa-taller Durancamps es inevitable evocar el Museo Clarà y lamentar de nuevo la ceguera y la incompetencia del gobierno municipal, que, empeñado en mantener su error, llegó a derribar la casa del escultor. Pasqual Maragall dijo incluso que la obra de Clarà sería mejor conocida fuera de su museo; sin embargo, mientras las obras donadas por Clarà permanecen olvidadas en almacenes de Olot y Barcelona, vamos a asistir al lógico redescubrimiento de la obra de Durancamps en su propio museo.-

La inauguración, traslado y gestión de los museos no debe ser producto del capricho de los gobernantes, sino fruto de una planificación a largo plazo en la que las entidades culturales tengan un papel decisivo ya que afecta a nuestros patrimonio y bolsillo, al tiempo que refleja el grado de nuestra cultura y sensibilidad.

A los pocos años del traslado del Museo de Cerámica del Palau Nacional de Montjuïc al Real de Pedralbes, se pretende un nuevo traslado en otro edificio que también acogería el Museo Textil, situado en la calle de Montcada, frente al Museo Picasso.

Mientras se destruía el Museo Clarà -donado a Barcelona- y se demolía su casa, se restauró el palacio Nadal para albergar la colección Barbier-Muller de arte precolombino -una cesión temporal con opción de compra-, y se reestructuró para que estuviera comunicado con el Museo Textil con un vestíbulo común para la venta de entradas. Se argumentó que ambos museos se potenciarían y que junto con el Picasso configurarían un circuito museístico.

Se hicieron costosas obras que si bien sirvieron para rehabilitar un palacio, parte de ellas son específicas para su funcionalidad como museo. El dinero empleado en hacer y deshacer debería usarse para becar a los artistas, comprar obras de artistas noveles, hacer vivos los museos con cambios de exposiciones y conferencias, así como aumentar la vigilancia de sus calles para evitar robos.- Maria Rosa Mas. Barcelona.