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Rivaldo, de la gloria en la dificultad a la pifia en lo sencillo

Hace cinco días, en el último minuto de una Liga desgraciada para el Barcelona, Rivaldo se ganó para siempre un lugar en el santoral del Camp Nou con aquella majestuosa chilena que la afición azulgrana no olvidará nunca. Anoche, el brasileño volvió a acudir a la cita del último minuto. Esta vez, todo parecía mucho más fácil. No había que capturar un balón de espaldas a la portería y rematar hacia atrás sin darse la vuelta. Esta vez no se necesitaba ser uno de los mejores futbolistas del mundo para arreglar en el suspiro final otro desastre del Barça. Para oficiar de bombero azulgrana en Balaidos a Rivaldo le bastaba con transformar un simple penalti. Pero si el otro día fue capaz de lo más asombroso, anoche pifió lo más sencillo.

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Un penalti es la versión futbolística de un duelo del Oeste, y el portero del Celta, el argentino Cavallero -un especialista en la materia- se afanó en aportarle todos los ingredientes necesarios. Desde el momento en que el árbitro señaló el lanzamiento, Cavallero hizo todo lo posible por desestabilizar a Rivaldo con el ritual clásico: acercarse al punto de penalti para retrasar el lanzamiento y acumular sobre el brasileño miradas desafiantes. Cuando regresó bajo los palos y Rivaldo encaró la pelota, Cavallero volvió a retarle: con la mano extendida señaló el poste situado a su derecha. Rivaldo no entró al trapo, pero se dio cierto aire displicente antes de rematar. La envió al palo contrario, colocado y suave. Pero Cavallero también se lanzó hacia ese lado y se hizo con la pelota. "Siempre hago ese gesto de señalar un poste con la mano", explicó el meta argentino. "Luego, igual me tiro por ese lado o por el contrario".

Rivaldo ya no estará en el partido de vuelta en el Camp Nou porque se va con la selección brasileña. Seguramente el Barça lo echará de menos, aunque en Balaídos apenas dejó nada para el recuerdo. Un detalle demuestra el escaso protagonismo del brasileño: en el gol del Barça, el equipo tuvo el balón en su poder 36 segundos y todos los jugadores tocaron la pelota excepto el portero Reina y el ayer infortunado Rivaldo. Y el técnico del Celta, Víctor Fernández, vio confirmados sus augurios: "ya había dicho que tal vez Rivaldo hubiese agotado su inspiración".

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