Ciudadano Simeón
Por dar algo de coherencia a este asunto del rey-ciudadano Simeón, elegido para formar gobierno en Bulgaria, se puede recordar el bonapartismo; pero no estoy seguro de que aquel gran movimiento francés tuviera coherencia. Las situaciones históricas sólo parece que la tienen cuando las escriben los historiadores, maestros de un excelente género literario de ficción, cada uno al gusto de sí mismo y de su contemporaneidad. Como los filósofos, los místicos y los monárquicos. Encajo a los monárquicos porque mantienen la enorme imaginación de los apellidos, y el de Sajonia-Coburgo-Gotha, que es el largo y explícito de Simeón, está predestinado. Este Simeón II salió de su país de niño, vino a España y recibió enseñanzas de Franco, amparo del exilio de los grandes señores de este mundo, Trujillos o Sajonias. Los bonapartistas llegaron a ser unos fascistas antes de que existiera la palabra; este simonismo tiene también una mezcla de creencia en la sangre y en la mano fuerte de los germanos. Oigo a un periodista búlgaro que lo explica diciendo que es 'la última esperanza'. Desconfiad de las últimas esperanzas: concentran en un repente iluminado los rechazos a los sucesivos cambios que nos hacen desgraciados. El borbonismo fue esperanza rara en la curiosa transición, con igual inspiración franquista y el consenso de la izquierda no elegida: se va desarrollando en esta etapa tras una guerra a muerte cuando el neofranquismo estaba en la oposición.
Simeón II es ahora el ciudadano Simeón, o don Simeón, que va a formar un gobierno de coalición nacional, que también son peligrosos, para mostrarse por encima de los partidos, que es prerrogativa real, dado que su poder viene de Dios, según la favorable leyenda. Probablemente de este puesto saldrá para presentarse a las elecciones de presidente de la República con probabilidades de ganarlas, con lo cual la misma persona designada por Dios para reinar en Bulgaria lo será por el pueblo para presidir la República, y de esta unión hipostática (la de la naturaleza humana con el Divino Verbo) se podrá ver algo extraño. Aquí es un milagro cotidiano: lo que pasa es que los milagros de cada día terminan por no advertirse, incluso por parecer fastidiosos y negativos.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.