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Un juego cruel

Carlos Arribas

Cada uno de los tres jugadores que pudieron ganar el torneo el domingo necesitó tres putts para poder rematar el hoyo 18º. A Stewart Cink el error le costó la posibilidad de seguir aspirando. Mark Brooks y Retief Goosen encontraron la posibilidad de revancha ayer. Los tres protagonizaron el final más patético que se recuerda en el Open americano. Mark Brooks, el tejano, llegó al 18º con -5. Su bola cayó sobre la hierba bermuda del green del 18º a unos 10 metros del agujero. El primer putt dejó la bola a poco menos de dos metros. El segundo la dejó rozando el agujero, pero fuera. 'El golf es un juego cruel', dijo, filosófico. Retief Goosen, el surafricano, sólo necesitaba hacer el par del 18º para ganar. Dos putts con la bola a sólo cinco metros. El primer intento la dejó a 45 centímetros. El segundo a casi un metro. Bogey y desempate.

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Goosen aprovechó la segunda oportunidad

Stewart Cink no sabía que el bogey le valdría cuando, desesperado, intentó el par con un primer putt desde casi 10 metros. La bola quedó a 60 centímetros. Desnortado, falló. Doble bogey. Tercero.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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