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Reportaje:

'Esto no es un geriátrico'

150 personas mayores estrenan los pisos que han construido con 500 millones en los Montes de Málaga

La sensación de despertar y escuchar sólo el ruido de los pájaros, salir a la terraza, ver el mar y disfrutar del campo es una sensación impagable para muchos. Una utopía al alcance de 150 personas mayores de 55 años que han creado la residencia Santa Clara. En 11 años de esfuerzos, han desembolsado 500 millones de pesetas.

Ahora pagan una cuota mensual de 115.000 pesetas (excluida la luz y el teléfono), una tasa asumible para una mayoría de pensionistas ex funcionarios. Con eso cubren el mantenimiento y los salarios de los 11 trabajadores del complejo. Un precio asequible comparado con las residencias que cobran 200.000.

Aquí hay 150 inquilinos con apartamentos de 50 metros cuadrados y terrazas de 20. Todos ellos, con edades entre 56 y 90 años, inauguraron a comienzos de junio el lugar donde pasar el resto de sus días. Para Aurora Moreno, que comanda los intereses comunes de sus amigos y socios, 'esto no es un geriátrico', ni siquiera una residencia, 'es un apartahotel', afirma orgullosa.

Las caras de satisfacción no son para menos. Han conseguido una parcela de 50.000 metros cuadrados en los Montes de Málaga a dos kilómetros y medio de la capital. La superficie da mucho juego. Grandes espacios ajardinados, huertos plagados de los más variopintos frutales, incluso cuentan con una depuradora de aguas residuales para abastecer las zonas verdes, ya que el saneamiento de la ciudad no llega a la zona.

En los 11.000 metros construidos tampoco falta un detalle. Lavandería, comedor, sala para talleres recreativos (pintura, música y otras actividades), biblioteca, gimnasio, capilla, además de los tres ascensores para las seis plantas del edificio, cuyas paredes están plagadas de barras, puntos de apoyo para las piernas más débiles. Aún así, desde que han llegado a su nuevo hogar, se sienten más jóvenes.

También hay que pensar en un futuro ineludible y la enfermería 'cubre las atenciones para que cualquiera de nosotros pueda morir aquí', explica Moreno. Hay consulta médica todos los lunes y la atención facultativa necesaria cubierta por el seguro médico, además de unas habitaciones para los ingresados con las que soñaría más de una clínica. Detalles todos que, al estar por estrenar, lucen mejor.

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Esta iniciativa de un grupo con una media de 66 años ha recibido peticiones de ingreso desde numerosas zonas de España después del amplísimo eco mediático que tuvo la idea. El santanderino Pedro Hidalgo, de 58 años, y la extremeña Gloria Martín, de 56, son los más jóvenes de la cooperativa. Además, muchos otros han pedido asesoramiento para realizar proyectos similares. Aurora Moreno recuerda la visita del alcalde de una ciudad italiana mientras lamenta la escasa atención prestada en su propia ciudad.

No todo es color de rosa. En los pocos días que lleva abierta la residencia, sólo una veintena de propietarios se han instalado. El problema para la plena ocupación es el desplazamiento. La cooperativa le ha exigido al Ayuntamiento de Málaga que prolongue el recorrido de la única línea de autobús que llega a la zona y cuya última parada dista 900 metros de este paraíso bucólico de un grupo de vanguardistas de la madurez. La Empresa Municipal de Transportes ha respondido que acceder a tal petición perjudicaría a otros usuarios. El argumento municipal provoca irritación sin augurios de rendición en las peticiones.

Con un humor gruñón y una guasa entrañable, María Segura, malagueña de 67 años, nos conduce a su apartamento ayudada por un bastón y allí nos presenta a la tía Pilar, como todos la conocen. 'Ahí la tenéis, casi 90 años y está mejor que yo', dice. La tía Pilar, con una apariencia envidiable, espeta: 'Hoy no quiero cámara de televisión' y agrega satisfecha: 'Yo no me voy de aquí ni a palos'.

Pedro Hidalgo y Gloria Martín contemplan su residencia.
Pedro Hidalgo y Gloria Martín contemplan su residencia.RAFAEL MARCHANTE

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