Inflación
Estoy contento: he perdido de golpe el 20% de mi paga, y se me ha quitado la culpabilidad de la inflación. Me quedan inquietudes: me siento en una terraza, tomo cerveza y patatitas fritas, y el ministro de cualquier cosa dice en la tele que las subidas de esas dos cosas nos infla. Y la de la alimentación. Alimentémonos menos. He llegado a un punto muy bajo, por las manías que me circundan y consejos de los anoréxicos de los demás -los que siempre ven gordos a los otros-, pero hay gentes que pueden privarse de todo y morir tranquilos: héroes de la economía. La recomendación de Europa es que no se mantengan pensiones tan altas: ni tantas. La 5, que fue de Berlusconi -el compañero de Aznar, su hermano en estos asuntos-, fotografía ancianas y ancianos que no pueden vivir con sus pensiones, destrozados y lloricas.
Alguien pensará que vivir así no merece la pena, y sería bueno para el Estado un holocausto: en vez de judíos, de pensionistas de todas clases. Más racional que lo de Hitler: los ancianos son, en lenguaje de economistas, 'unidades de gasto'. Reciben más de lo que dan. En atenciones médicas, en pensiones, en residencias públicas. Los menores son más caros, pero ya lo pagarán: aunque sus representantes tratan de evitar que paguen de mayores las ayudas a los demás. Comprendo que se resistan porque hay una rara afición a la vida. Es curioso que hayan muerto ya en la Tierra 6.500 millones de personas a lo largo de siglos y no nos hayamos acostumbrado a la muerte. Una campaña en los periódicos gubernamentales podría ir favoreciendo este acomodo, incluso el crimen y el suicidio entre personas sin recursos: pero tenemos encima esta contradicción de aconsejar que dejemos el tabaco y el alcohol y el sexo promiscuo, que nos pueden matar, y los avances de la medicina; no se corresponden con la necesidad de deshacernos de tanto ser sobrante. Ni siquiera cuando la Seguridad Social tiene beneficios, como pasa ahora: gracias a los inmigrantes, nuestros enemigos.
(Es posible que si renunciásemos al escudo nuclear de Bush, Aznar y Berlusconi no tuviéramos que recurrir al recorte de sueldos y pensiones).
(Repaso y veo que al principio digo que he perdido un dinero; no, no lo he perdido yo, ni lo he extraviado. Es otra cosa, otra cosa).
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.