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Reportaje:

Torbellino balcánico

La orquesta de Kusturica ofreció a 3.000 valencianos la banda sonora multicultural de su Sarajevo natal

Emir Kusturica parece encarnar en su sola persona el espíritu de 'encuentro entre las artes' del que hace gala la Bienal de Valencia. A la vez exhibido como cineasta en la Filmoteca y como artista multimedia en el Museo del Almudín, sólo le faltaba presentarse en Valencia como músico, que es lo que hizo anteanoche en la plaza de la Virgen con la No Smoking Orchestra. El director de cine, guitarra en ristre, hizo las veces de presentador, pero después dejó todo el protagonismo a la banda, de la que forma parte desde 1986. Su auténtico líder, el cantante Nenad Jankovic (alias Nelle Karajlic), se reveló como el motor del grupo, un auténtico torbellino en escena que moldea su voz a placer (a veces Manu Chao, a veces Tom Waits, casi siempre él mismo), hace de maestro de ceremonias con un verbo inagotable y saca a bailar chicas a escena, siempre chicas, para contrarrestar el efecto de una decena de hombres tocando.

Con aires, atuendos y gestos de troupe circense, la banda agitó durante casi dos horas su particular coctelera, en la que se mezclan una serie de culturas musicales difícil de cuantificar: rusa, griega, eslava, alemana, italiana, turca, junto con las raíces propias de ese crisol que es su Sarajevo de procedencia, además del rock, el ragtime, el country y lo que cada cual sea capaz de incorporar a una batidora multiinstrumental en la que el violín, usado a menudo como recurso acrobático, es parte esencial. Por no hablar de las citas: Mozart, Morricone, Queen, Deep Purple y muchas más, repartidas, sobre todo, entre temas de sus dos últimos álbumes: Black cat white cat y Unza Unza time. Lo mejor era comprobar el talento y naturalidad con que zurcían todo eso para hacer de la escena y, por contagio, una plaza con 3.000 espectadores, una fiesta mestiza y divertida que, a pesar de las menciones al diablo en sus letras, no pareció inmutar a los apóstoles de la puerta de la catedral que miraban de reojo el escenario.

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