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Reportaje:

Mejor al otro lado de l'Hemisfèric

La gala inaugural de la Bienal tuvo momentos brillantes, ensombrecidos por la incómoda ubicación del público

Ferran Bono

El público respondió a la convocatoria y miles de valencianos acudieron, como nunca antes lo había hecho, a la Ciudad de las Artes y de las Ciencias para disfrutar con los espectáculos creados por Carles Santos y la Fura del Baus, con los que se inauguró la primera Bienal de Valencia. Ni la lluvia que amenazaba la noche del domingo ni las más de 50.000 personas congregadas en el estadio del Mestalla para ver perder al Valencia impidieron el éxito de público. Había expectación por ver a los 2001 músicos reunidos y por presenciar las a priori impactantes acciones del grupo catalán. Y la expectación se cumplió, pero a medias. Por varios motivos.

Quizá la Fura ha perdido capacidad de sorpresa. En los espectáculos multitudinarios ésta se limita cada vez más a la observancia de su pericia para desarrollar complejas piruetas, esta vez en aire, en un ejercicio del más dificil todavía. Se aprovecharon algunos artefactos ya conocidos como el sugerente Home del mil.leni, con que se celebró en Barcelona la llegada del año 2000. Hubo, desde luego, momentos de gran potencia visual y también de gran belleza, sobre todo aquellos en que los actores y ocasiones modelos se proyectaban sobre l'Hemisfèric. Pero el ritmo se hacía cansino, como el movimiento de las enormes grúas, una vez disipado el inicial magnetismo.

Se aplaudió, eso sí, bastante. Es posible que a aquellos que pudieron acceder a las escasas gradas, además de los muy privilegiados invitados, o a los que pudieron ponerse en primera fila no se les hiciera largo el espectáculo de más de casi hora y media. Pero la mayoría presenció el montaje mientras que, al mismo precio (gratis), tenía que realizar ejercicios de puntillas, cervicales y sentadillas para salvar los muros de cabezas. No fueron pocos los que optaron por marcharse. Se perdieron así el momento más transgresor o grosero de la noche, cuando la Fura dio al final rienda suelta a los mensajes cortos de los móviles que había requerido del público. Proyectados sobre l'Hemisfèric se sucedieron algunos corrosivos y en ocasiones soeces comentarios sobre la vida privada de diversos dirigentes políticos valencianos.

Previamente, éstos habían sido imprecados, junto al resto de invitados, cuando accedieron a su escogida atalaya, desde donde todo se veía, por un pasillo vallado que dividía al público agolpado en el aparcadero.

Pero incluso desde el elevado y exclusivo Umbracle la inmensa catarata de sonido preparada por el siempre irónico Carles Santos se perdió un poco en la lejanía. Apostados los músicos bajo el ala del Museu de les Ciències, aquellos que estaban frente a l'Hemisfèric apenas se pudieron refrescar con las notas del compositor de Vinaròs.

Al otro lado de l'Hemisfèric habría sido diferente. Hay un extenso jardín que desciende hasta el estanque del planetario y hasta la parte posterior del Museu de les Ciències. La inclinación del terreno permite tener una estupenda perspectiva y reunir las condiciones para convertirse en un privilegiado graderío al aire libre con escenario arquitectónico al fondo. Por eso, la Consejería de Cultura proyectó celebrar la gala inaugural en la parte de l'Hemisfèric recayente a esa zona ajardinada. Pero no pudo ser, porque a pocas jornadas del inicio de la Bienal de Valencia, el Ayuntamiento denegó el permiso para que el público se asentara en el jardín. Los motivos alegados tienen que ver con la seguridad y la conservación de un jardín que incluso no ha sido oficialmente inaugurado.

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Y así, la expectación se cumplió, pero a medias.

Un momento del espectáculo de la Fura dels Baus, celebrado el domingo en la Ciudad de las Artes y de las Ciencias.
Un momento del espectáculo de la Fura dels Baus, celebrado el domingo en la Ciudad de las Artes y de las Ciencias.EFE

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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