Kuerten despide a un Corretja hundido
El brasileño muestra su supremacía en París al ceder sólo seis puntos en la cuarta manga
La historia concluyó mal. Pareció que Àlex Corretja tenía opciones de ganar la final. No era así. Su cabeza respondió al principio, pero luego se quebró. Y sin una buena mentalidad, Àlex encontró al final a su peor enemigo, él mismo. Había estado luchando de tú a tú en las dos primeras mangas contra un Gustavo Kuerten que no encontraba la forma de salvar los obstáculos que el español le iba colocando en el camino. Pero cuando Corretja perdió una bola de break en la tercera manga que le hubiera colocado con 2-3 y saque para igualar, su mundo se vino abajo. Su mentalidad se resquebrajó de tal forma que fue incapaz de volver a entrar en el partido. Perdió por 6-7 (3-7), 7-5, 6-2, 6-0 en 3 horas y 12 minutos. Y Kuerten ganó su tercer título de Roland Garros (1997 y 2000) -lo que le permite unirse a Mats Wilander, Iván Lendl y René Lacoste- y se embolsó 118 millones de pesetas. El récord de triunfos lo sigue teniendo el sueco Bjorn Borg, con seis.
El final fue lo peor. No tuvo nada que ver con lo que había estado ocurriendo en la Central durante las dos primeras mangas. Corretja había colocado a Kuerten en una situación complicada, aplicando una estrategia pensada y bien ejecutada. Sus bolas liftadas y profundas mantuvieron al brasileño varios metros por detrás de la línea de fondo, y le obligaron a pegar sus golpes con bolas muy altas. En esas condiciones, sus bolas corrían menos. Aquellas aceleraciones fulgurantes que habían causado sensación en sus partidos anteriores, no aparecían por ningún lado. Y Corretja se iba agrandando cada vez más, hasta adquirir enormes dimensiones cuando se adjudicó la primera manga en el desempate.
En aquel momento, algunos incrédulos comenzaron a creer en él. Descubrieron entonces que el talento no sólo lo poseen los jugadores capaces de pegar una serie consecutiva de golpes ganadores a las líneas, sino también otros que, dominando todos los golpes, son capaces de montar una estrategia y de realizarla. Pero Àlex no es sólo cabeza. También en su caso los golpes surgen de su raqueta con fluidez y dosis importantes de genialidad. Y fue así, con derechas y reveses profundos, con passings en las líneas, con dejadas, globos y voleas, como Corretja avanzó en una segunda manga que parecía tocar con la mano cuando con 5-5 dispuso de una bola de rotura, que perdió por milímetros.
Se habría colocado con 6-5 y saque y, en cambio, se encontró con la segunda manga perdida cuando cedió su saque en el juego siguiente. 'Aquello fue muy duro', reconoció Corretja. 'Tenía el partido bien enfocado. Iba a mi favor. Tuve mi oportunidad, pero cuando perdí el segundo set todo se me giró. Él comenzó a jugar a un nivel altísimo y yo no pude seguirle. Entonces descubrí lo bien que lo había estado haciendo en las primeras mangas'.
Las opciones de Corretja, sin embargo, no concluyeron allí. Se mantuvo con la cabeza clara hasta el quinto juego de la tercera manga, cuando disfrutó de otra bola de break para recuperar la distancia que había puesto Guga desde el segundo juego (2-0). Jugó muy bien el punto, pero el revés que debía decidirlo salió unos milímetros tras la línea de fondo. Y entonces sí. En aquel momento, todo el edificio que había ido construyendo en este Roland Garros se derrumbó. Su cabeza perdió claridad, su pensamiento ya no tuvo nitidez. Àlex perdió los esquemas y, sin esquemas, Guga se convirtió en un jugador enorme.
Entonces pudo verse toda la grandeza del brasileño, salvado ya del match-ball a que le tuvo sometido el estadounidense Michael Russell en los octavos de final, y con el título ya encarrilado. Entonces, Kuerten acreditó por completo su condición de número uno de las dos clasificaciones mundiales del ATP Tour. Sacó a relucir todo su potencial, conectó aces, saques ganadores, su drive y su revés eléctrico causaron estragos. Y ganó la cuarta manga cediendo sólo seis puntos y con un 6-0.
La cabeza de Àlex hacía rato que iba por otros derroteros. Y así lo especificó en su parlamento en la misma entrega de premios, negándose a dar la más mínima satisfacción a un público que se había decantado abiertamente por Kuerten. 'Felicidades Guga', comenzó Corretja en francés, 'has sido superior a mí en la tercera y la cuarta manga'. Y luego prosiguió en español y en catalán: 'Gracias a todos los que me habéis apoyado desde Barcelona, desde España, a los que habéis viajado hasta aquí. Pero no al público. Después de haber estado todo el partido en mi contra no pienso decir ya nada más'. Ahí estaba su cabeza.
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