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FERIA DE SAN ISIDRO
Columna
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Diálogos y comentarios en el tendido

Hay que ver. Mira cómo se entusiasma Pepa. Allá, en la delantera del palco 2. No para de hablar con el matrimonio amigo que tiene detrás. (Cuenta alguien por cierta andanada de sol). Es hija de Sevillanito (que fuera con Joselito, El Gallo), su casa es un museo taurino y su corazón, ya muy baqueteado, una mina sin fin de afición. Ya ha salido alguna vez del dispensario, tras un achuchón, para acudir a los toros. Allá relámpagos o que arrecie el frío.

Cuando desde los altos del tendido 7 crece una voz de barítono bajo de largo alcance dictaminando que el toro abanto que recorre el albero, distraído y suspicaz, va a rodar por la arena sin remisión ni dudas. Y el toro que es fijado por el lidiador de turno, los pies del morlaco parecen desentumecerse y empieza a galopar con buen tranco, tras un puyazo en el morrillo, y aún mejor al recibir el primer par de banderillas al cuarteo, del que el subalterno sale andando con salero y despaciosidad.

En ese momento, desde la grada del 8 se levanta una voz airada y contesta: 'Qué, el toro no te gustaba. Anda, pide el cambio'. 'Ya se verá', responden desde los altos del 7. Y así comienza el último tercio. El toro embiste fijo y dobla al final del muletazo haciendo el avión. 'Mira que eres ignorante, era malo el toro, ¿eh?'. A lo que no hay respuesta. Y sucede que, en el segundo redondo de la primera tanda, el burel pierde las manos y se cae sobre la arena inclemente. El toro se incorpora tras un muletazo de tirón. Y sigue embistiendo. Se renuevan los olés. Vuelve el torito noble a perder las manos. Y regresan las disputas. Las hipótesis y las soflamas.

Por los repechos del 4 hay una tertulia que, con peros, comentará los pases de vitola y gracia que el torero con cartel especial en Las Ventas ha desgranado en su bonita faena. Y en el tendido 2 se intercambian comentarios entre profesionales, y se pueden pescar juicios, deslenguados y ácidos, de esos fundamentalistas del 7.

Todo son diálogos entre tendidos, comentarios y tertulias a pie de albero. Consejos del respetable acerca de los terrenos más adecuados para determinado toro. Historias que se cuentan de personajes y abonados que habitan la plaza le dan acento y componen el paisaje. Pues sin estos diálogos y diatribas, disputas y silencios de expectación, no sería real el espectáculo.

'Ese toro se va sin torear'. Resuena en el aire, que algo se estremece, una voz grave y profunda que rompe en cierta grada entre el 7 y el 9. Y poco después: 'Señores, que así no se puede hacer a ley la suerte suprema'.

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