De compras por la Edad Media
El entorno de la catedral de Jaén acoge un mercadillo medieval que recrea la vida de la ciudad durante su conquista
Todos los que ayer pasearon por el entorno de la catedral de Jaén, en pleno casco antiguo, se sumergieron en un viaje al pasado más glorioso de la ciudad, el que guarda relación con la conquista de Jaén por el rey Fernando III en el año 1246. El mercado medieval ha sido la estrella del programa cultural con el que el Ayuntamiento jiennense ha querido excavar en las señas de identidad de un pueblo que mira con nostalgia la pujanza vivida en la etapa en que fue capital del reino y plaza fronteriza de gran interés estratégico.
Los actores del Teatro Pingaliraina, de Zaragoza, sudaban de lo lindo para combatir los cerca de 40 grados que al medio día se registraban en una concurrida plaza de Santa María. Suya era la misión de retrotraer al público al Medievo con episodios de animación alusivos a los recaudadores de impuestos de la época, los que recreaban a mendigos, jorobados y los representantes del clero y espectáculos de cetrería y fuego. Tampoco faltaron los malabares, talleres de escribanías árabes, hechiceras y dos dromedarios para pasear a los niños por un mercado que rezuma aroma de las distintas culturas de la época medieval, desde la judía a la musulmana pasando por la cristiana.
'Esto es un fantasía medieval', declaraba la murciana María Luisa Única, que trajo hasta el mercado jaenero sus quesos de cabra elaborados de forma natural. Vestida con atuendos alusivos a la época, la artesana intentaba combatir el sofocante calor refugiada en su improvisado tenderete, también decorado para la ocasión. Como ella, otro medio centenar de artesanos llegados desde todos los puntos de España se agolpan bajo la atenta mirada de la impresionante fachada renacentista de la catedral jiennense.
En los puestos podía encontrarse de todo. Desde la charcutería leonesa de José Luis Escudero hasta los perfumes elaborados con plantas aromáticas por Ahmed Tore, afincado en Granada desde hace varios años. Entre medias, puestos de jarapas, taller de alfarería y marquetería y hasta una taberna medieval. Tampoco faltó la rosa de Jericó, yerbas regadas con agua del Cielo y recogidas con amor, según se exponía en el puesto del naturópata José Carrasco.
La experiencia cautivó a clientes y mercaderes, sobre todo porque el entorno se prestaba a un escenario semejante. 'El mercado medieval quiere piedra, mucha piedra', decía María Luisa Única.
Para darle mayor dosis de realismo a las jornadas medievales, también ayer por la tarde, en el campo hípico jiennense, ocho caballeros ataviados con sus armaduras y sus respectivos escuderos escenificaron un torneo medieval que, en ocasiones, más parecía una secuencia de una película de romanos.
El mercado medieval seguirá hoy domingo, día en el que también quedará cerrado el simposium histórico que reúne desde el viernes a más de un centenar de investigadores y estudiosos ávidos por rescatar retazos aún inéditos de la vida de Jaén durante la etapa del condestable Miguel Lucas de Iranzo, el que fuera privado de Enrique IV. Fue durante su estancia en Jaén, a partir de 1460, cuando la ciudad jiennense vivió uno de sus mayores florecimientos al convertirla los Reyes Católicos en base logística en sus campañas para la conquista de Granada.
Mañana lunes, las plazas de Santa María y San Francisco y la calle Campanas, eje principal del Jaén más castizo, volverán a abrirse al tráfico viario. En apenas unos instantes, la ciudad habrá dado un salto desde el acontecer pausado del medievo hasta la alocada y estresada sociedad del siglo XXI.
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