Hallados los restos óseos de un montañero desaparecido en la Pedriza hace cinco años

Alberto salió el viernes 16 de febrero de 1996 de la agencia de viajes donde trabajaba y se fue con unos amigos a tomar unas cervezas en el madrileño barrio de Legazpi. Fue la última vez que se le vio con vida. La mañana siguiente amaneció despejada y Alberto la aprovechó para ir a practicar el senderismo por la sierra.

Metió la mochila en el maletero de su Renault 11 y arrancó en dirección a La Pedriza. Llegó al parque hacia las once de la mañana. Mochila al hombro, comenzó su caminata. A media tarde, el clima experimentó un cambio brusco. Se desató una gran ventisca que los lugareños bautizaron como la gran nevada. Alberto no pudo con ella. Nunca volvió a casa. Desde aquel día se le dio por desaparecido. La única pista que dejó fue su Renault 11 blanco, que quedó aparcado en uno de los estacionamientos de la zona natural.

'No me lo explico. Mi hermano se conocía La Pedriza hasta del revés y era un montañero experto, llevaba más de 15 años yendo a la sierra casi todos los fines de semana', afirmó entonces su hermano Diego, que tenía muy claro el final de la historia: 'Seguro que dentro de unos años un excursionista se encuentra los restos de mi hermano en cualquier lugar de la sierra', auguró.

Así fue. Un montañero encontró hace unos meses un cráneo y un fémur entre el Yelmo y el collado de la Dehesilla, en la Pedriza. Se los entregó a la Guardia Civil, que los sometió a la prueba del ADN. Los resultados han confirmado que pertenecen a Alberto. Una expedición judicial, con una juez de Colmenar Viejo a la cabeza, subió el miércoles hasta la zona en la que se hallaron los huesos en busca de nuevas pruebas. Las autoridades le comunicaron ayer a la madre de Alberto, Inés Ponce, de 72 años, que los restos son los de su hijo.

Los agentes creen que el excursionista se perdió en la montaña por la fuerte ventisca. No podía ver a dos pasos ni orientarse entre las peñas de la sierra. Lo más probable es que Alberto falleciera por congelación tumbado entre la nieve.

Intensa búsqueda

En el momento de la desaparición de Alberto se organizó una intensa búsqueda por toda la sierra, en la que participaron agentes de las autoridades competentes, así como montañeros de toda España.

El 22 de mayo de 1999, tres años después de la desaparición del excursionista, la Guardia Civil organizó un dispositivo especial de búsqueda en el que participaron 120 agentes y 20 voluntarios, entre montañeros, cazadores y ecologistas. Aquel día un helicóptero de la Guardia Civil surcó el techo de la Pedriza. No alcanzó a ver nada.

Los buzos de la Unidad de Agua de la Guardia Civil se sumergieron en las frías aguas del río Manzanares, en la presa del Trancón y en la Charca Verde. También sin éxito. Sólo vieron un perro ahogado y grandes truchas. Los agentes organizaron a los voluntarios y realizaron batidas a pie por la sierra, pero tampoco hallaron a Alberto.

Inés Ponce, la madre del montañero, tenía la esperanza de que aquel día, ante semejante despliegue de medios, su hijo fuera encontrado. El fracaso de la operación incrementó su angustia. En el bolso siempre llevaba la foto de su hijo.